En
la sabána qué se encuentra en borde del valle en una extensión explanada, donde
empiezan los pies de las montañas a demostrar, el qué así talvez sean no los
pies del monte, sino las manos sosteniendo el agua cómo sosteniendo a una
serpiente la cual les rodea o cómo un chorro y tal les baña y les refresca el
cuerpo, y escurre por dentro de las pequeñas ranuras de los dedos, mientras les
rodea para darles el descanso llegado, debido a la quietud, por esto éstas
montañas de los valles de la tierra média, donde en promedio se alcanza la
levedad del clima primaveral y oscila el ambiente con el frescor del otoño, y
ya en su altura, brinda un frescor inigualable, el eterno otoño, referencíal de
la média primavera, se hace notar; allí casi siempre hay flores o frutos de
fácil acceso, ésto ha hecho a las personas llegar en búsqueda, de un hospedaje digno; además por
el hecho de las montañas estar en su postura natural, estos se hacen lugares
donde el agua fresca abunda y aquello data de mucho antes en qué llegaran
poblaciones mayores, y los animales nativos ya habitaran allí; uno de ellos de
los cuales Vivian sabroso y felices en
su morada, era el compañero Jaguar, Quien en las tardes donde el sol calentaba,
solía posarse o asentarse cerca de su quebrada de hábito, allí mojaba sus
patas, su rostro y vientre, y sólo en algunas ocasiones se zambullía, ya ésto
era sólo cuando preveía calor en la noche, de aquellos días de verano pausado y
de sequias que tostaban las hojas, y aumentaban los vapores.
Las
costumbres adquiridas le daban al jaguar la facilidad de reconocer a sus
vecinos de vivienda, y asimismo a saber, el por qué entre las ramas entraba el
sol para acoger el clima y brindar luz en medio de la jungla. Tenía más razones
de estancia allí así cómo también para echar de ver, cuales animales llegaban a
beber del agua, él a veces compartía y se dice a veces a causa de no
siempre conformarsé con observar sus
visitas encaramado en el brazo de un tronco, desde la maleza o talvez desde el
otro lado del riachuelo. oculto entre las rocas, camuflado o mimetizado para
acechar sus alimentos o así compartir su agüita o cotorrear acerca de los
sucesos de la selvita acogedora, ya siempre les había bien brindado cobijo, tanto
al Jaguarcito cómo a los demás animales, ya allí suplían su alimentación, hospedaje
y vivienda; por tanto, tiempo y esto a estos vivientes cual igual a sus
ancestros. El agua era tan cristalina allí, cual el mismo el jaguar podía ver
su reflejo y así dentro observaba a los pequeños animalitos de agua dulce, y
esos paseaban y departían entre ellos dentro del agua. Él se sentaba por horas
a esperar; allí muy cerca, tenía su
lugar de poder, allí donde se lamia, se peinaba, se rascaba o simplemente
miraba a los bichitos en su pelaje pasear sobre su cuerpo y disputarse entre
ellos; él por momentos se quedaba tan quieto, esperando su secado o midiendo
sus lamidos, porque así cuando llegaba a
la rama alta de alguno de los árboles mayores, encaramándose o a un claro cerca
al pie o en lo alto de las colinas y veía la montaña, creía míticamente qué así
mismo los animalitos los cuales vivían entre su piel manchada, también le
sentían a él, cómo aquel mismo sentía a su amada montaña.
Un día mientras se hallaba en su sitio de
poder recobrando fuerzas, después de una larga jornada de trabajo, vigilancia,
caza y regencia; sintió un ruido de algo escurridizo, tal se desplazaba entre
las ramas superiores, de los árboles más altos; por la forma del desplazamiento
de aquello y continuando dentro de los troncos tan silencioso y cómo se sacudían
los brazos del árbol, entre el salto de un lugar a otro, dédujo qué aquello, no
era un pájaro, además, por el tamaño no podía entender tan llanamente, lo que
realmente era, pero al investigar un póco más detalladamente, vió el ápresure
de un animal ya póco conocido para él, y a la vez con un desplazamiento
rarísimo, y al no poseer manos no se agarraba con facilidad, y pues de lógica
simple, al no ser ave, menos podía tener plumas, lo más extraño, tenía, el
cuerpo lleno de manchas; así igual al mismo jaguarcito o el resto de sus
hermanos jaguares. el compa jaguar pensaba al tratar de entender un algo largo
y manchado e hipnótico cómo escurridizo…
/bueno, pero no puede ser mi hermano, ya que no posee pies, quizá sea que he
dejado mi cola suelta y en medio del sueño ésta, ha tomado vida y ahora… ¿será tal,
la cual anda saltando entre las ramas? /
fue tal el susto del Jaguar, pues de inmediato, tóma impulso y al correr
a mirar; sí realmente era su cola, de la rápida acción, da una voltereta y cae
de la rama donde pasaba la tarde descansando.
Menos
mal no estaba montado en las altas ramas en las cuales solía encaramarse, ni
tampoco era un árbol tan alto, cómo aquellos los cuales solía frecuentar. Aunque
sí que era su espacio de poder. Así desperdiciaba su tris de rato de los pocos tenidos
bájo los escasos rayitos del sol yendo al descenso, la selva tóda irradiaba luz
en fluorescencia, pero nadie rió por la caída del jaguar, la sorpresa tal de un
elemento, con manchas negras y amarillo en toda su larga existencia, largo,
igual a una cola, sin patas, sin brazos, es decir sin extremidades, además se enrollaba
y se estiraba y moviéndose independientemente, saltaba de un sitio a otro, era
un pedazo de Jaguar independizado, o bien separado, no iba a ser más sino una
cola, cuando no tenía ni garras para ser pata, además se enrollaba y se
deslizaba suavemente, una cola larga y manchada, independiente de todo otro
cuerpo, con su propia boca, colmillos y lengua, con sus propios ojos para estar
al tanto, y con su propia cola, es decir toda ella, una cola feroz, larga y
vacilante, pensaba el Jaguarcito, mientras se sóbaba por el totazo a falta de
pomáda para el dolor.
Él
seguía ahí y no se sabe sí asombrado o maravillado por el suceso, además feliz
de ver que no era la cola suya la cual se había salido de sitio, pero tal sí
que andaba feliz jugueteando y saltando de rama en rama; además
él, ya lo había deducido así, al entender que su cola sola nunca haría ese tipo
de movimientos extraños; y aquel pedazo
de animal el cual saltaba de rama en rama, cuasi despavorido; lo hacía cual
resorte y era capaz de saltar a distancias y alturas qué ní el mismo Jaguar, o
el mismo mico que en ocasiones le robaba las frutas; aquel, animalesco ese,
tenía una técnica donde se recogía, envolvía el cuerpo en aros y luego lo
estiraba igual a un resorte, saltando desde una rama a la otra. Esto atrajo a gran escala la atención del
jaguar, viendo moverse despavorida esa extraña animaleja, observando a modo singular,
demarcando territorio, o sí realmente hacía algún tipo de alarma a los demás
animales de la selva.
El compita jaguar no se aguantó, pues la
curiosidad le había despertado bien su espíritu gatuno.
/ey, compañera hágame el favor./ a la vez que le chiflo, /fiu, fiu…fiuuu…/
y al no ver alguna respuesta a la segunda llamada al animalejo, repitió
el llamado.
/oiga, Le hablo a la compañerita, la saltante, la flaca que va de rama en rama…
¿le puedo ayudar en el algo?/
esto ya, llamó la atención de la serpiente,
quien se detiene por un momento, mirando al Jaguar,
/¿es mi impresión o, vengo hace rato saltando en círculo, en el mismo árbol?/
a lo que el Jaguar le responde…
/es precisamente por esto que le hablo querida compañera, tenga la bondad y
acérquese/
/pues la verdad sí requiero la ayuda, pues ando en dos asuntos muy importantes,
el primero apenas me le acerque, se lo informo./
y la
serpiente se dejó ir de inmediato hacia el lugar del jaguar, el cual se
encontraba en el suelo, sobándose aun del totazo ocasionado por la caída. lo cual fue al compa Jaguar, algo tan
impresionante, el evidenciar la aparente invalides por la carencia de
extremidades de la serpiente, y tanto por esto cómo por ver a un animal
manchado igual a él moviendose de esa forma, tanto qué así tal podría ser su
propia cola. ya así del acto de impresión y reacción, se echó para atrás, él quien
era el animal más valeroso de la selva, y del mero susto midió el tajo y al
momento tuvo un miedo impresionante y se le tornó hasta el bello más diminuto
de su piel, rosudo, rosudo… luego dio un
brinco y del salto se éncaramo en el árbol de al lado; ya al bajar la serpiente,
a modo de agua en creces, deslizándose por los bejucos los cuales colgaban de
la selva, los mismos qué le tenían girando sobre un mismo árbol de ceiba
gigante, los mismos cuales le hicieron sentirse inútil y torpe.
Al llegar la serpiente a tierra se sorprendió
de no encontrar al Jaguar en el espacio donde creyó estaría. Era el espacio al
cual le había hablado, lo único que hayó en el suelo fueron los vestigios de
las cortezas, y fragmentos de quillas esos cuales acostumbraba arrancar el
jaguar en el laurel del lado, y el tronco del laurel mordido y rasguñado. A la serpiente esto le atrajo tanto e inició
a mordisquear uno de los pedacitos de las astillas arrancadas del compa jaguar.
Para el jaguar todo estaba bien, él
ya había percibido a su nueva e interesante amiga, y así móntado entre las
ramas del laurel atisbaba el cómo un animal rarezco,
oportuno, diferente y a la vez cercano, le estaba tomando el espacio que él,
tenía sólo para sí y sus bichitos; observaba cómo un animal lisiado, sin pies,
ni manitos, le escudriñaba las astillitas las qué tanto odiaba, cuando se
quedaban entre sus dientes o garras. Pero a la vez tanto amaba pues debido a
ellas los mantenía afilados y limpios.
/oiga
compañerita, no se me acabe todas las astillitas, ¡de verdad¡ yo a mis
quillitas las quiero mucho y a usted también, pero la verdad las necesito, y
donde usted se atore con una de estas, uno ¿por donde la jala pa que la tosa?/
la serpiente a pesar de ya haberse sentido observada, se siente más aun en
la mira; al igual: apenada, perseguida, acorralada, se sintió cási desnuda de
la pena del saber estar molestando a
alguien querido. Y además de haber podido encontrar al jaguarcito a pesar de
haber mirado casi pa todos los lados.
/primera vez que me falla el sensor de lengua/
pensaba
la hermana serpiente, centrada en husmear los trocitos de madera para dejar de
incomodar, ella aun así confronta al jaguar aunque no sabiendo aun bien, dónde
aquel se había metido y así la serpiente creía que el compita jaguar merecía
unas grandes disculpas
/compañerito,
tranquilo que no me las voy a comer todas, además disculpe la molestia, de
haber llegado así, tan de repente a su parche. ¡Cierto¡ ¿qué es suyo? /
el jaguar mira sorprendido, y ve cómo
la serpiente se mueve de lado a lado, llamando su atención, al punto de casi
hipnotizarlo, él por la curiosidad, decide bajar del árbol, en el cual se había
encaramado del susto y de impresión de conocer a un animal, tan cercano, pero
tan extraño al mismo tiempo. Y baja Deslizándose por la rama hasta el tronco,
así en menos de lo que canta un gallo, estaba cercando a la serpiente, la cual
en la medida que él, le busca, ella se enroscaba cada vez más, sintiendo las
pretensiones extrañas del felino, y ocultando las propias, él cada vez más, se
acerca a ella con pretensiones extrañas. El jaguar le escarba, le mira, le olfatea,
le lame, le gruñe, le ronronea, le maúlla y le canta, la selva del entorno se
áquieta; tódo se pone en silencio, menos el viento el cual silva la canción
acostumbrada, la serpiente se enrosca, se contorsiona, se inmuta, se muerde el
rabo, a la vez que mueve la cabeza para un lado, y el jaguar le sigue, así el
jaguar la mueve para el otro y la serpiente le sigue, el jaguar cómo buen
elemento de su estirpe vé tanto sus ojos como sus manchas, reflejadas en una
animal de apariencia, demasiado próxima en la línea delgada y vertical de la
mirada, pero la serpiente no paraba de sacar su lengua…
/es cierto compañerita serpiente, ésta es la zona que yo frecuento, aquí crecí
y aquí espero pasar el reste de lo que tengo de vida./
la serpiente excitada sintiendo
demasiado cerca la respiración del jaguar, quien en medio de un parpadeo, salta
un poco hacia atrás, lo cual asusta en demasía a la serpiente, y tal se alza a
más de la altura normal tambaleando y girando sobre su eje; ya así, a esa
medida quedaba por encima de la altura del jaguar, y del enfado le aduce, le
impulsa y le escruta con frases de ira…
/compa no por mucho tiempo, ya el peligro de la septetecima raza se acerca./
él jaguar tomando a burla el hilo de la
conversación y viendo la postura de la serpiente un tanto graciosa, inicia a
mover la cola, meneándola de un lado a otro, y esto seduce demasiado a la
serpiente, la cual queda fascinada con los movimientos del jaguar, la serpiente
ahora sólo ve a su par, y trata de convencer a su amigo para coquetear con su
hermoso rabo,
/ven
jaguar, que tienes ahí?/
y se precipita hasta donde está el Jaguar, a jaguar no le incomodó al
principio, pero la serpiente le empezó a envolver; el felino curioso no había
entendido del poder hipnótico de la serpiente, y cómo también le había timado a
él.
Ello
fue timo por timo. O una por otra. El
Jaguar con la serpiente rodeándole el cuello y cerrando los aros, hizo un giro
extraño tanto qué el Jaguarcito se empezó a sentir asfixiado, ahogado,
reprimido e ido; en un sueño profundo el cual le fue invadiendo y era la
serpiente asfixiándole, le estaba apretando la garganta mientras coqueteaba con
el rabo del tigre el cual llegaba al punto donde se iba quedando inmóvil, el
jaguar con su colita desmadejada, y quieta, quieta, sin lugar para gesticular
nada. fue tan simple; el jaguar no sintió la hora
del sueño, no sintió cuando se iba y quedó fuera de todo animó para levantarse,
o siquiéra revolcarse.
De momento una serie de ruidos estrepitosos
invaden la parte inferior de la selva y a la serpiente. El ruido sigue subiendo por el claro del
rio, esto hace a la serpiente escabullirse y tratar de subir al laurel donde
estaba el tigre hacía un momento, aunque por los talles en la corteza, dejados
por el tigre con sus garras y diéntes, la serpiente, se puya y no es capaz de
continuar el ascenso, hacia las ramas altas del árbol, el jaguar volviendo en
sí, lláma la atención de la serpiente.
/oye, ¿porque huyes? me estabas haciendo daño serpiente desgraciada./
la cual al ver lo sucedido, se
azora ya qué el Jaguar podría combatirle fácilmente, y más ahora qué se encontraba enfadado,
/no te preocupes por mí, viejo amigo jaguar, el hecho es qué ya estamos
perdidos, yo sólo trato de acelerar tu ida, ya con la llegada de la gente, la
selva tiende a desaparecer y con ella todos sus habitantes, desde tu, hasta mí,
las mariposas, los peces, los gurres, las aves, los árboles y hasta los ríos.
Aunque: que tu felicidad sea como un todo, eso mientras sobre vivas. /
Esto le dijo la serpiente al Jaguar, mientras
los ladridos del viejo perro amigo del jaguar seguían subiendo, quizá con
alguna sorpresa o noticia sobre el transcurrir de la civilización.
