El
jaguar y su sombra.
(al umbral de la adolescencia)
El amigo
jaguar deambula por la selva siempre, en busca de comida o de algo o alguien
con quien distraerse, ya esta es la labor funcional, central, principal de
aquel joven jaguarí rongo…
Semejante esplendorosídad de animal
venido de tan majestuosa selva, él parecía el hijo amado de la montaña a la cual
vigilaba, es aquel el vigía de los árboles, los ríos y las especies rastreras,
microscópicas y voladoras, el jaguar trépa hasta lo alto de los macizos a
cuidar sus nidos y en muchas ocasiones comparte las presas a quienes tanto ama
y que tanta lidia le dan, la misma lidia de muchas veces poder cazar para
alimentarse, la misma lidia de traerlas hasta sus peligrosas fauces para poder
seguir en su desarrollo y regular el ciclo de vida natural en la selva la cual
cuida. el lindo felino crece con todos los privilegios de un paraíso diseñado a
su ácomodo, se éstablece de apoco cómo ágil domínante de la selva média andina,
el espíritu íraco le da el porte de dominación práctica, miéntras, se gana el
orden, el cual impone y mantiene desde su lógica, y así por el poder impartido.
ya no le teme, a nada, o más bien, a casi a nada.
Siendo
el mayor de los nahualthles terrestres, rongo vive cómo un gran animal, y sólo tal
vez hasta ahóra siente pisadas de un elemento mayor; tal vez algún animal
gigante, y aquel no sólo pareciere mayor en escencia sino igual y tal le podría
tener cual presa, no fácil, pero si grande y apetecible, así a modo de quien en
la etapa de crecimiento temporal yá ni los cervatillos lé colman.
Desde
hace días el jaguar se siente incómodo, todo le molesta, hasta lo más simple le
perturba, bien parecíere ver a las cosas qué saliéren del lugar, todo cambia de
rumbo, los otros toman rutas diversas, encuentra su nicho en désacomodo, su
sítio de poder descompensado, hay nuevas huellas las cuales no cóinciden con la
suya, ve reflejos de otro el cual quizá sea similar, quizá la ácechanza haya
iniciado. muchos reflejos le siguen, en ocasiones, se despierta de choque,
siénte al eco del follaje quebrado el cual trae a alguien a su espacio, más sus
pasos escurridizos por persuadirle se hacen inútiles, las trampas o los cambios
de camino o de acción no han sido suficientes, ya cada vez le siente más cerca.
Jamás el jaguar se ha sentido tan
perseguido, tan alcanzádo, tan copado, tan bajito, tan lleno de vacío, es cómo
sí el mismo furor del desanimo le hubiera llenado, cómo sí los huesos le
hubieran robado el peinado. está pálido, tiene temor de salir a mirar pájaros, siénte
a la vez una desconfianza enorme, no púede ya siquiera levantarse. Ha llegado, hasta el punto, donde siente qué debe dormir con un ojo abierto, no vaya a ser aquel animal quien esté al acecho
suyo, en cualquier espacio cercano buscándole, evidenciándole, midiéndole los
pasos. Lo único del jaguar a la espera es
estarse tras los rastros y tal estar allí, viéndole, esperado el punto de
asestarle el zarpazo, alguien quién persigue siempre tiende a ser más grande,
más audaz, más ágil, más versátil; ha sido eso lo cual, en cualquier momento,
le debe echar garra y eso es el todo del ser cazado, del ser atrapado, del ser
la peor presa; y aún así ya tal ha dado el mayor demoro.
Ésto
impulsa al jaguar a ser más sigiloso, más audaz, más versátil, a no dejarse ver
tan fácilmente, a dejar de jugar con cualquier bichito y quizá eso ha sido lo
más incómodo. lo más intenso ha sido no poder salir a beber o
comer a cualquier hora, lo más ofensivo ha
sido saber que ya cualquiera no puede ser su presa, y lo más divertido fue
sentir que ya tiene más tiempo para descansar, ahora es él quien está echado en
la vista perfecta, ahora es él quien se ubicaba en la sombra perfecta, quien
tomaba la siesta a la hora perfecta; en el matorral de la discrepancia, ahora
en la fuga exacta, en la fuga perfecta, en la mezquindad lograda; sentíase
grande, único, zagas, pero ahora ya al despertar a su cazador interior, bien sabe sóbre póco o casi nada y sí esto o lo otro le
para, y ello ya se convierte en lo mínimo logrado, lo cual si es un estado de
adrenalina constante, y esto bien lo sabe casi toda la selva de la cual ha sido
él el mayor vigilante, y la llamada adrenalina, lo único qué lo mantendría
despierto.
Después
de analizar todos los pasos probables, notó al animal aquel el cual le persigue,
y tal moviendose con la mayor cautela, y ello le asombró en sobremanera a
extrema medida. es entonces, cuando decide, ser él, quien acechará al persecutor
suyo, hasta el punto de buscar darle caza; entonces es cuando decide usar todo
el conocimiento y la sabiduría la cual ha adquirido huyendo de su enemigo, para
darle caza. /cazar al cazador y hacerle de cazador ha cazado/ piensa el Jaguar.
la mayor preocupación cavilante a veces yace, en la persecución al gran enemigo, al enemigo
invisible, al enemigo cercano, también así cómo él pudo haber adquirido
sabiduría de la conciencia, la sensibilización de sentir alguien más estar
cerca; ya así las precauciones y la
persuasión entre la persecución y el punto de mira o el punto de estancia hacia
la fuga, hace parte de las medidas cautelares las cuales debe tener presentes cualquier
gran cazador, la primera “sí tal falló,
yó no.” ésto trae en sí el no poder repetir los errores ajenos, y no pasar por
alto la persuazividad de su presa, así hasta el nido debe ser parte a lo cual
él no tendrá cómo coartada, sí él tuvo cómo oportunidad escápe, será el factor “no
dar el pápayaso”, frase ya común
en la selva. Lo segundo, la presa debe ser inferior al poder de cacería, ya así
los músculos deben estar como rocas, las garras parecer cuchillos y los dientes
igual a picos de águilas, así los ojos, los oídos, el olfato, el tacto, los
instintos agudos y los sentidos de un cazador de rayos al tope;
/el gusto puede esperar./ pensába el
jaguar;
Por tercero y último, debe rastrear
la última bebida de agua, la última echada en reposo y el último puesto de
dormida; para ésto el todo, con sus tres instintos del cazador: El de amor de
la naturaleza, el de sentir al otro y el de supervivencia, así mismo los tres
factores del cazador: el factor sorpresa, para ser invisible e improvisar la
jugada; el factor sonería el de ser sútil además ser humilde y no
aparentar ser un gran cazador y por último, el factor “X” esto en el peinado,
el camuflaje y en el maullar, el gruñir o el rugir, para generar impacto y no
parecer tan bobito; así debía llegar hasta el límite donde el otro es parte de
uno y se siente igual, se piensa igual y de igual forma se lucha; pero entre el
otro y uno está la razón prímaria, a menos qué la présa no sea viable o sólo
sea servil a diferencia de un dómo mayor el cual resulte una presa inútil y dar
cacería en vez de caza.
El
jáguar continua en busca de la presa, sin importarle el qué ha sido su cazador
en el tiempo de antes. y determina el sígilo de tal, muchas otras se le han
podido escapar, en su juego de atrapar a la gran presa a la cual persigue. lo
diferencial es lo ahora determinado y esto último deber ser su presa, al ser un
cazador furtivo, y no cazar por supervivencia si no por subsistencia; ahora sus
pasos son más lentos, toscos, precisos; su mirada es la astucia misma, su
olfato el sentir la evanescencia, su oído es la agudeza de la delicadeza de sus
propios pasos, y el gusto ahora es jadeo por la espera.
/aunque tigre, no come tigre/ piensa rongo mientras elabora su enrute.
donde ya prevé las huellas del camino de su
amigo seguido, los rastros ya no son tan azarosos, los vestigios de lo roído a
su paso no generan el mismo temor anterior cuando le perseguía; en lo ulterior
ahí han de estar las pruebas, él sigue persiguiéndole, y busca donde
avizorarle, nadie les sigue el paso, más qué el uno al otro, la morada siempre ha
estado tíbia cuando le busca; el agua semi turbia, el azar untado de él; el
viento aún conserva su aroma, al igual las hojas en el tinte difuminado de su
sombra, la cual recién les ha rozado; las piedras brillantes del rio llevan
parte de su vaho, el cual aun pregna el efecto, más el reflejo bien parece ya así
le contuviese, aunque no le encuentra tan cerca. Y le seguía pero las pistas ahora
son tan evidentes, el jaguar está tan cerca de su presa, la ácechanza se ha
vuelto párte de su cotidianidad, al punto; donde una noche después de tres días
de perseguirle, se decidió por intentar tomarle después del agotamiento del
trasnocho, y es así cómo se avalanzó contra él a aprehenderle, y todo el resto
de noche, en su perspicacia, decide no ir a toda prisa, pero tampoco ir
demasiado lento; no hacer mucho ruido,
pero tampoco estar en el silencio total;
no saltar mucho, pero tampoco estar en quietud absoluta; no usar el sigilo en pleno, pero tampoco ser
advertido; y no pelearle por
completo, pero menos estarce sin modo
defensa/ataque. Y es así allí, cuando entonces
luego de mucho seguirle y al cabo de un rato de girar sobre un eje mínimo, le vislumbra
la punta de la cola, el delirio de la persecución por la gloria nunca le cegó
tan poco, y al perseguirle sobre el mismo eje le vé, y le vé, y le vé… más al
dejarlo, tal aparentemente húye sin medida y le pierde, es allí donde, se cuestiona
para sí mismo el amigo jaguar…
/¿será que quiere jugar?/ desde su interior se alterca el jaguar.
vuelve al eje de aquella rotonda donde le tuvo
tan cerca, para aprehenderle. no pasó mucho después de varios giros en el
mismo árbol, cuando logra ver una sombra, y es ahí el momento de entender, sobre
sí que es tal la sombra del mismo, al punto de pretender agarrarle, echándole
garra por la punta de la cola con el extremo de su garra izquierda, luego de
sentir el tirón es decir el agarrón sobre sí, cómo un estrujón qué le heló, y
lo tendió a entender el haberse agarrado ha sí mismo, por sí mismo.
así
fué el enteramiento de haber atrapado a
su propio ser encarnado, en el proceso de traspaso de una época a otra, es
decir, después de entender el gran rasguño en su hermosa colita, cuando sé dio
por enterado del devenir siendo así y aun el persecutor de sí mismo, o mejor
dicho ser él mismo el persecutor de sí, ánte
su yó adolescente era seguido por su yo jovial, y su yo jovial seguía
persiguiendo a su adolescencia, sin ser más de una etapa, la cual ya hacía
parte de su sombra en el pasado, ahora mientras se sóba la colita, y le lame,
ve, el porqué del haber sido tan duro el golpe de aceptar crecer.
