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martes, 7 de mayo de 2024

Animales de la Suburbe. El Perezoso.

 El oso perezoso


Los brazos aúnan las garras de aquel animal, el cual se ha propuesto peregrinar hasta el humedal del cual es oriundo, así sus extremidades se prolongan ágil y lentamente por las arboledas de la selva seca. Sí cada bejuco, rama o tronco donde se aferra dicho animal, le da partida ha su paso para poder peregrinar comodamente; ya llegará con buen fin ha su destino. Ya sólo, existen dos razones para afrentar la densidad de la selva, púesto qué al emprender ascenso rumbo al valle prevé aquel perezoso, la parte de la cuesta de aquella gran montaña la cual se antepone a su asenso desde el río Cauca hasta el linde del valle de Aburrá.
De allí los afluentes caudalosos dónde el rio fluye con una pendenciera calma, dónde la parte vistosa del río parece estar en una quietud infínita, pero mas adentro las turbulencias internas del río, fluyen en remolínos, olletas y corriéntasos, los cuales, arrastran, hunden o golpean cuanto desecho y escombro hayan al paso, pero por sí fuese poco, las peores bestias de la selva en los bajos y decrepitos valles, donde las depreciones apabullan, y crean micro atmosferas, merodean las aguas, mientras anteponen exhaustivamente el punto de nervio o temor máximo al manglar, y aunque en su sequía perentoria, se da un cause profundo por el socavo del agua turbulenta, ademas por la deprecion misma del valle, el río da el impulso y rehaciende, pero allí clavado entre las montañas, mira algún que otro arbol el cuál ensueñe al manglar, y las cortezas qué se arrastran en las orillas mientras el río busca enmendar sus cienagas, más el ojo de la zaeta del nativo, tambien le da el último alito de paso, pues si dichos guardas diecen aprensión de algúna críatura a la minima falta, o sí tales le apetecieran para salvar una gran necesidad, el mismo perezozo caería ante los guardianes de la creada madre tierra.
El río aquel continua caudaloso apesar de la sequia, desplazandose en su afluente, rudirizando su caudal, y allí ensanchado, arrastrando piedras y arena y troncos, se muestra quieto aun, aún llevando dentro pero casi imperceptiblemente los ojos de las babillas quiénes esperan la pausa atroz de los transeúntes.
En su eterna calma el perezoso ha concebido el despliegue mismo, y se ha trazado su primer ruta de migración, en busca de los alto de los valles, y luego bajar al altiplano de la cuenca en busca de agua y de aire fresco, o a la vez ha espera de menos depredadores, los mismos los cuales tuviese en su camino corriente, y así de apoco asciende como el vapor el cuál se va volviendo niebla y reperfila todo a su paso; sí todo caminante fuéra un tan grato hijo de la hojas, no existirían equipajes tan atareadores. 

Feliz año.

 El cielo está puesto en la parte más oscura del firmamento, justo allí, donde ha orbitado tanto el final como al principio del año, las nub...