4 Fabulas De La Selva Meridional
La Guacamaya Azul Y La Guacamaya
Roja.
Primera
parte.
Una
guacamaya había perdido su dirección de entrada en la selva, y preocupada, debido
a su trayectoria de vuelo, puesto qué esta debería ser la misma a la de
la ruta de salida, y puesto ahora por distracción no recordaba la ruta
antes tomada, y ya así había perdió a
causa de la misma distracción, el olor del viento de hacia donde se debía
mover, y ahora sin conciencia de puerta de entrada menos tendría la de puerta de salida y así sin corriente de vuelo, lo único a lo cual
podría esperar sería ser el almuerzo de algún jaguar trepador o la pieza de
colección de algún cazador o peor aún la mascota de algún brujo plumista el
cual buscase seducir turistas, aunque en la cabeza del guacamayo lo más cavilado era, llegar a convertirse en
el ave insignia de algún capitán pirata; pero para esto aun debía seguir con
rumbo hasta la playa, y sería así, pese al precio qué fuera, aun sí esto
sígnificara, el convertirse en el plato central de un estofado en altamar y terminar perdída y sin víveres, así igual relataban las historias de aves zarpantes y osadas, aventureras quienes nunca más volvieron, o de las que terminaron en manos tersas de
reinos lejanos acompañando princesas de conquista, desde viajes al mediterráneo hasta la
tierra santa, de los elidos mares del extremo norte o el frío austral hasta la inhospita África o la indomable Asia extrema, viajes algibos en velas, en juncos, el remos, en aspas, en gavias, en quillas, en alas al lomo de las mejores mástiles y de los mas fórtes remos, en los buques guerreristas tras atlánticos o en las carabelas con insignias de calaveras, aves las cuales
partieron a reconocer la guerra en busca de tesoros y conquistas, pero
terminaron en manos infantílezcas viviendo en oasis paradisíacos, o en raquitícas formas múseicas o peor aun en frágmentasiones fosílescas del olvido.
Tras
saltar brevemente por las ramas de los árboles, el guacamayo, quién tenía más
próximos de su especie, buscando la corriente de aire por la cual viajaba, tras
ascender en la ruta clásica, se posa sobre un espacio en búsqueda del
horizonte, para luego así póder recobrar la ruta, dado al tiempo en la tarde tóma
otras opciónes siendo la segunda búsqueda la cual era la de un espacio para el
reposo, libre de objetos o animales peligrosos al alcance, y la tercera el
encontrar alguna semilla o fruto digerible qué estuviera a su alcance y mantenerse lejos de la depredación.
Después
de andar hasta el sol estar en su punto de declive, en la tercera parte de su
descenso, hasta las sombras hacerse lánguidas y alargadas, mientras la selva se hacía fresca, los animales salían de sus madrigueras a beber agua, muchos maravillados
con la belleza de tan majestuosa ave, le señalaban y le observaban. Ella
mientras, manveaba hojitas las cuales topaba y así se entretenía mientras
pasaba la tarde, la corriente ya se había perdido totalmente, y el río cercano
aún seguía diluido cómo para creer en una playa cercana, aun así, la playa
estaba a menos de un día de vuelo.
En
su jovial atarugo ya había dado por perdido el interés por recuperar su hilo de
vuelo, incluso había bajado la guardia frente a los posibles depredadores del
área, péro en la medida qué se iba el día y se llevaba de a poquito la luz,
optaba por hacerse del lado de la fervorecencia y la fluorescencia del reflejo
de la clorofila, ya el verdor era la mayor fuente de luz en la noche, así mismo
usaba su azul para pasar de inadvertida ante otros animales y más siendo
posibles predadores, y por último se tendía hacia el rincón de la rama y así en
busca de encontrar el calor natural del árbol el cual había adoptado cual
posada efímera.
Mientras
los últimos rayos de sol caían, y las sombras empezaban a cubrirlo tódo de una
manera abismal, la guacamaya observa el entorno, ya se ha olvidado de la
alimentación por el ánimo de prevalencia, además las hojitas le llenan de
fuerza. el ejercicio en la última parte del día había sido bájo, así aún tenía
para sí fuerzas de continuar. en una grieta del tronco principal del árbol el
cual sostiene la rama donde reposa, aunque bien parecía hubiese algo allí, lo
cual llama la atención en demasía del ave quien ya se entregaba por
completo a la noche, y se deja cubrir por el misterio, en esa rotura algo
pareciera respirar, la guacamaya se había llenado de temor dado a lo que pudiese
estar allí, fuese lo qué fuera, y ya íncomoda la guacamaya no podría ni dar retorno,
moverse muy lejos o quedarse allí, pero nada cómo el brillo captado por dicha
ave al interior de la ranura del árbol.
Sorprendida,
quéda inmóvil, casi qué en completa quietud y trata de bajar el nerviosismo,
además lentamente alista pico y plumas para defenderse o echar a volar, al ver
desde afuera el brillo el cual salía lentamente de la ranura. al mismo tiempo
desde la noche infinita se perfilaba la luna en lo alto del valle, develando la ruta en la noche la cual la
guacamaya había perdido en el día, así ella ya tenía ruta, más no perdía la
sorpresa al ver la lucecita brillante, la cual seguía tambaleando y tratando de
fugarse del interior de la ranura, la luz parecía tambalear hasta estar
demasiado cerca a la apertura del tronco del árbol, del cual la guacamaya jamás
imaginó tanta profundidad, dentro de un espacio en el cual pudiese caber tan demasiado en su interior. y la lucecita esa la cual salía a enfrentar la noche
en el atareo de buscar salida al parecer no se fijó, qué alguien en la entrada
miraba para adentro esperando en la puerta de su refugio. así tal luz siguió en
el rumbo aparente del trayecto acostumbrado, arrollando a la lora azul esa la
cual se había quedado congelada del espanto de ver cómo una sóla luz, de algún ave ciclopasea camínara hasta ella,
y quizá esperando le frenara para
saludarle. Nunca pasó por un lado la luz del ojo único del ave extrañezca; pasó por encima llevándose por delante a la lora quien continuaba en la espera a la
puerta. La cual, al irse hacia atrás, sacó una de sus alas para no perder el
equilibrio, y gritó desde lo más recóndito de sus adentros y con toda fuerza…
/¡oiga animal! Respéteme!, no me ultraje de tal manera… Pasándo por encima de
mí!/
a lo cual responde tal animal, quién se devela entre la noche, y bajo la luz de una luna inmensa y deja entrever el
esplendor de la noche, cuál, sí fúera el día. /¡sílencio!, entrometída, acaso,
¿quíeres, que nos sorprendan?/
ya develado tal animal, cómo extraño ciclope, el
cual más bien parecía ser un búho morado, con un parche en uno de sus ojos, el
derecho para ser exacto, el color variable en sus plumas desde la perspectiva
de la lora azul quién miraba al ave roja envejecida en la claridad de la noche.
/ve, y ¿es que vos saliste tuerto? Me imaginé todo menos tal sorpresa, y ese
plumaje tan raro, es un morado, pero para una lechuza, no es que combine muy bien./ ,
/pues ombre, primero qué todo hagámonos pasito…/ responde el animalesco con el
sentido de culpa descubierto, agregando.
/en primer lugar, no soy búho, ni lechuza y menos gallo o gallina, la
verdad, si estoy un poco pasado de kilos, y si parecería algún ave oblicua,
además de esto de vivir en una ranura, me ha hecho parte de un hábito, y de que
sí he departido con tales especies, si, y además de convivencia, amoríos y
crianzas, y lo del ojo no es tuértes, realmente es un parche pirata./
silenciando media selva, tras una verdad tan púnziba, tan delirante, tan fascinante. Mientras que aquel viejo pirata no se
daba por vencido, así que repúntea.
/pero yo para ser un loro rojo, un poco esponjadito, no estoy tan mal cómo para
una lora de copete amarillo que se está quedando azul, de vieja. /
el viejo animal, se defendía, a “capa y espada” cómo debía ser costumbre,
mientras las aves nocturnas caían delirantes de ver aquel pirata pretencioso ya casi pensionado. El
cual al asentarse, más pareciera algo extraordinario, aunque a la vez detraído, ya la
historia dejaba rastros en él aún, en una de sus patas en vez de garra poseía
una prótesis de garrita de palo a base de espinas, y de tales uñas de carey haber envestido a
cualquier gallo de palenque, le hubiese vuelto parte de un afrecho o de flecos
de palmera.
La guacamaya azul y la
guacamaya roja.
Segunda
Parte
Tódo
fue parte de una sorpresa diferenciada, ella nunca se imaginó, encontrar a un
paisano de su misma especie, cómo tampoco esperaba, que tal ave tan
paradigmática así cómo introspectiva, en su lúgubre andar, tuviese series de
historias y anécdotas, con relación a las andanzas de un ya pensionado de las
aguas profundas, todo un pirata de altamar viviendo en la corteza alta de uno
de los olmos de selva, la más extrañas de la historia de las aves, ella únicamente
pensaba qué cómo tal, ya una vez recobrara el camino, podría dejar
remarcado el lugar de punto de estancia. El loro mayor miraba de arriba abajo,
despectivamente a la lora joven, la cual únicamente asumía con modestia la
mirada extraña del viejo.
/debe ser por mi inoportuna visita. / pensaba la lora joven mientras se acicalaba
el plumaje, el cual se tornaba elido por la brisa marina mientras tal subía por
el valle, junto, a los vapores de niebla en la espesura con rumbo a las más
altas montañas.
El viejo, quién se hacía a la
ilusión de ver actividad en un cuerpo joven y la factibilidad de orientar y
montar posición desde un espécimen símil, tan bien empoderado; para una selva, la
misma carente de fuerza área marítima por mentarlo de alguna forma, además la
insolente inocencia de tal ave jóven con sus visajes y posturas de mostrarse
conforme, le tenían en cíerta medída casi máravillado, aúnque en sús ádentros
pensába el víejo
/uno por viejo ya no se sorprende de nada./
cómo todo es posible para lo qué así sería, o para
lo posible de la realidad misma y ya en
realidad era, y podría ser. Así, de tanto observar al animalesco quien se
preponía para dormir en uno de los nudos del tronco y una de las ramas, le
vacila suavemente y le llama con un poco de disimule y sutileza.
/¿oiga joven, usted piensa dormir allí? Acá, al abrigo de este pirata que no
haya descanso, hay un rincón acogedor, el cual está esperando huésped, así sea
sólo por una noche/ trona la garganta
/que digo… sólo por esta noche, podrá usted entrar a quedarse, y ya mañana
en la mañana, chao pescado…/ esto mientras le indica con la pluma, larga de su
envejecida ala, la entrada, oculta entre las grandes cortezas de tan majestuoso
árbol.
La
serpiente feliz.
Una
serpiente, coral la cual se movía en su forma réptilita sin ubicar el sítio el cual esperaba hallar para no pasar a la intemperie, ya qué un torrencial de agua
iniciaba a aumentar y con ello el frío para tal especie, ella sólo buscaba un
espacio de confort para poder pasar cómodamente la noche, el frío inundaba la
totalidad del bosque donde habitaba y no había espacio en el cual no hubiera
humedad, frío y agua, pues la lluvia lo cubría todo, el día había estado tan
fresco y soleado qué por descuido, habíase alejado de su espacio predilecto
para pasar la noche, y por lo claro qué había sido el día, en la
despreocupación había tomado una ruta la cual ya no le permitía volver al sitio,
donde casi siempre pasaba la noche, además la lluvia se había tomado todo el
espacio, la precipitación del agua, traía torrenciales y los árboles para tal
tempestad no eran los sitios cómodos, qué por el contrario, sí lo eran cuando
el ambiente estaba seco; en una de sus piruetas por hallar el sitio, encontró a
un grupo de caminantes, quienes construyeron resguardo en breve y tomaron
posición para el descanso y al abrigo de la noche y de la guerra, ésto no
preocupaba en demasía a la serpiente, la cual con su mirada sensorial, cubría
los espacios de calor, donde los hombres en sus pequeñas carpas, acampaban al
refugio del bosque y en el abrigo nocturno;
la serpiente, de tanto rodar evitando las
pisadas, y percibiendo cómo se refugiaban los infantes en medio de la lluvia y
el pantano, reptaba entre las armas frías, y sus animas, las almas que habían
perdido el ánimo pero no completamente la fe, deambulaba entre las animas lisas
y las estrías; entre los espacios de compartimento, entre purgatorio y paraíso
terrenal; se enroscaba entre los cascos de guerra y sus anaqueles, y acariciaba
las reservas húmedas y frías, deambulaba entre las ropas camufladas mojadas,
entre las cargaderas de los arneses, los estuches y los bolsillos, los menajes y las revistas programáticas y las navajas y bayonetas y cigarrillos y los cogollos y los conchos, las granadas y las pólvoras, jugaba deslizándose
entre las municiones y las armas; déslizabase entre fulminantes, cerrojos y
filos, y escuchaba los susurros de las ordenes dictadas por los comandantes de las tropas armadas, y las frecuencias de radios en variantes y de códices y de justificaciones, pero en
el sígilo completo de los hombres de guerra; mientras tal vívora, paseaba en completo silencio e
invisibilidad, hasta situarse en la postre de uno de los hombres quien había ya
cumplido con su papel de guardia, y
dispuesto para la oración y el sueño dado por el agotamiento del trajín,
entra en su carpa al reposo, mas la peligrosa y hermosa coral tóma postura en
la bota tanto sudorosa como embarrada, dejada al lado de la entrada de la carpa,
donde tal animal se posó, sin importarle a la vivora, ser una de las más mortíferas
armas, aún sín estar en situación de guerra o combate, buscando el calor del
abrigo al resguardo de la intemperie, posándose y enroscándose en su naturaleza
plena, dentro de la bota tipo jungla, referenciada con una placa metálica y
atada con un cordón ajustado, y una plantilla de más, la bota especial para
caminar los caminos, carreteras y lodazales de la selva húmeda tropical, en el
abrigo de la noche, al resguardo de la entrada de una tienda de campaña en un
campamento improvisado, la serpiente ocultándose, asentándose y mimetizada con
sus manchas de anillos rojinegros, en estancia de plenitud, esperando en la
puerta de una carpa de acampar, instalada en la oscuridad plena de la noche,
donde sólo alumbraban en corto las miras tription del tusogeno de los rifles de
asalto, puesto qué hasta los clips luminosos de las gorras y los cascos habían
perdido la capacidad luminosa; la serpiente vio cómo la niebla cubrió todo, y cómo
un depredador de su especie se sintió tan cómodo y confortable al resguardo de
la guerra, en la bota sintió la felicidad completa del silencioso sigilo en la tensa calma de la guerra.
apacible esperó el alba, ya antes qué
la luz iluminara todo, salió con la tranquilidad de la tormenta escampada a
pasear por el pasto mojado, y envuélta en el frágil barro de las písadas de las
botas de los guerreros; salió de allí, instintívamente justo antes al hombre
dueño de la bota ínstalar de nuevo aquel objeto en
su pie izquierdo, y salió feliz, viva y sín lastimar a nadie. Después de haber
pasado una noche en la olorosa prenda diseñada para el combate.
3. El Cosumbo Solo.
Un
cosumbo el cual caminaba feliz entre los matorrales de la selva semihabitada,
el cual relucía la cabellera de su cola de la forma más extravagante posible, el cual rondaba cómo sí fuera el máximo oriundo de la selva negra meridional, mientras
que sí él mismo se viera, en su folclorismo montunesco y tropical no hubiera
entonado sus aullidos melodiosos de la misma manera, pero en su perfil de
estrella peinada para la gala, no concebía ni un cadillo, ni un terrón de fango o menos pulgas o garrapatas adheridas a su piel y mucho menos aun a su pelaje, siempre se
les hacía de quejar, a sus adherencias en su pelo y las corría por completo de su animalesca cabellera.
/amiguitas,
mejor solo, que mal acompañado/
y
se compinchaba con la planta que fuera, con el menjurje que pudiera, o con el
animalejo que habitara, para no estropear su excéntrico peinado, así la pasaba con
su larguísima lengua atrapando bichitos, pero antes de ir fuera de su
madriguera a engancharlos, se encargaba de cazar los que se aferraban a su piel
o pelaje, aunque referenciándolos entre los anillos de su ostentosa cola.
La chucha.*
*el documento ha sido alterado trato de enmendar. att: Manuel Carrasquilla. Autor.
Las
zarigüeyas han sido animales extraños, tímidos, inquietantes e introspectivos ya
en sus adentros guardan la historia de otros tiempos donde quizá hayan
vivenciado otra historia, antes de la llegada en perspectiva de ellas, donde la
vida tranquila y suspensiva de las selvas se tornó de apoco a la vida acelerada
de las villas; ahí ellas vivían en la gran parte de un paraíso, eran las
fugases animalejas nocturnas, en busca de su pervivencia, iban y venían de un
lugar otro en busca de supervivir; a base de frutas, nueces, bichos y demás
cosas pequeñas cómo algos que encontraban en su paso para alimentarse, pero en
el exterior de la noche no sólo podían vivir y convivir con su careta de anímales
fúgases, eran los apaches quizá que compartían los vientos frescos y tropicales
del sur, ya en el paso por la vida convivían y hacían de su parte, además del
aporte a lo cual eran sus pequeños mundos, pero la curiosidad así cómo al gato.
les atrapó en una caja misteriosa de la vida, y les desplazaba de la selva, convirtiéndola
en un campo fértil lleno de nuevas especies quienes se transfiguraban y mutaban
sus antiguas formas paradisiacas, y así igualmente sus vidas en nuevas maneras
de existencia, además de las cosas, las situaciones y los asuntos, les rodeaba en
otrora, el comer o ser comido, en la forma intrínseca la subsistencia no estaba
dada para todos, el compartir solidario pendía del antecedente ante la especie dominante/
cazadora y así generaban su intercambio, ya
las especies mayores transformaban las villas y la campiña en macro
cultivos y corrales. Pero ellas, las zarigüeyas sólo buscaban el ir y el de
venir, pero en la curíosidad inicíaron a mútar su dieta y en esto la vida misma.
Una vez, en su devenir un par de
amigos cuando aún uno de ellos tenía el tinte mapachezco de vida montuna tras
los aires del sur, mientras el otro la intrepidez y la picardez nutrezca de los
anfibios de tierra, tal par de “joyitas” iniciaron en su curiosidad de vivir y
explorar a probar lo improbable, ya uno de los caciques, el cual convivía en su
vida de abnegación en el campo del sur, trataba de alimentar a su pequeña
familia, y para alimentar a su pequeño puma, el cual en la vida de clan, al
lado del gran cacique había incluso aprendido a ladrar y a comportarse como un
perruno que latía, que lamia de una coca, y que bebía del agua fresca puesta en
las afueras de la pequeña cabaña la cual custodiaba, cómo el primer guerrero a
la puerta del amo de la gran tribu Meshica, aunque en su resguardo eterno y en
la búsqueda de lo etéreo.
una noche ya El puma atado, a
falta de ansias por la comida, parte de su ración dejada en la coca del totumo
donde le servían las mejores sobras y preparaciones del clan, sobras directas
de la olla o del mismo plato del gran cacique padre del mismo Nutibara.
Mientras las zarigüeyas, en sus ansias de explorar y con su vida mapachezca, a
cuestas, fueron atraídas por el olor de las sobras dejadas allí por el perruno,
a pesar de ser sólo el puma solitario quien no interfería en el transcurso del
monte, y allí en la coca media del sobrado con el olor al sancochito, con el
sazón dado por la leña qué la mama había cocido para su amado cacique, pero por
motivo de hecho, había quedado como parte de la ración del puma ocre, quien le
cuidaba los pies, quien le lamia las botas y le velaba el sueño, al gran
cacique Aburai.
las chuchitas con vida aun por
explorar, con su pelaje gris y su careta atípica, decidieron ir casi hasta las
garras del puma, para evidenciar lo qué bien hubiese allí para picotear y
compartir entre ellas, aun así sin permiso, ya así de aventón.
Pero todo encrudeció en el primer contacto de
tales con la sopita del perruno, ya que el maíz les era habitual pero de tal
forma nunca, la yuquita les era familiar pero así blandita nunca, la papita
negra, la papita criolla, el platanito o el guineo, nunca habían sido
habituales bajo el sazón de la cocción y de la sal y especias, y más la presita
cómo el sazonante especial venida del último gallito del coronel, a ellas si
les había atraído bastante, todo hubiese sido diferente sí esa noche el
perruno, no se hubiera tendido aguardar el pedazo de presa sobrante, el cual le
había quedado, además no se había dado a la tarea el perruno para cercenar los
huesitos de tan apetecido pernil. ellas amaron el sabor del pollo con locura
inmediatamente, tanto qué al principio una de ellas, para sí, creyó no poder compartirlo,
y sí lo hiciese tal perdería el sabor puesto en el plato, la sazón dado a la
coca de totuma, y así en tal orden ya ni las papas, ni la yuca, ni el plátano y
menos la mazorca, le llamó tanto la atención. Ya así sigilosamente haló la
presa del bocado sin intención de compartirla, y menos con su inmediato
ex-amado compañero, ahora mucho menos con el perruno el cual despertaría en
cualquier momento, pero por el espléndido sabor, mucho y muchísimo menos que la
devoraría de inmediato; no sólo era la primer vez, en probar comida cocida, y
la primerísima en echarle diente a una presa tan especial y más de pollito, o
de gallina o de quien sabe que origen avícola con el sazón campesino y al punto
de cocción tal. su compañero chucha se sintió frustrado al ver la codicia de
tal, sobre la presa extraña y pues de sólo bulling en forma inmediata, o sería
decir por callosidad más qué por curiosidad, así se alistó, medió se movió
preparando un impulso y sorpresivamente le mandó agarre ligero de pura reacción
a la parte del huesito saliente, pero fue tan fugas la intención de juego, que
al halar, rebotó en el totumo y lo mandó por los aires, así la coca misma salió
a volar por los cielos bañando al perro con la sopita ansiada, al punto de
despertarlo y de paso al amo.
El gran taita cacique despertó y de un salto salió de la cama igual a un
samurái experto y en la efusiva sorpresa de la reacción de la fuga pendiente,
al perro le viene encima la coca quedándole de sombrero quedando tal entorpecido,
ladrando en dirección a una maleza la cual ya ni se movía por el viento. esto
le suscitó al cacique más justo, la benévola idea, al ver a su puma a punto de
reventar la cabuya trenzada, la cual le ataba el cuello y por la euforia del
desespero de haber perdido su presa, la ansiedad de ver quien la había raptado
y adonde la llevaba, la mera zozobra no le ayudaba a dejar de ladrar contra los
matorrales, por donde sintió habíase fugado los voraces ladrones, mientas el
sancochito le calló ensima, dejándole la totuma de sombrero, al perro del gran
cacique Aburai el mismo hijo que heredó de la estirpe y sangre del mismo Talras,
siendo cacique dueño del perro atado, aun estando de moshica más resaltable en
la gran nación, no soportó el estado de detracción y con su misma pantufla
dorada le propició un chancletazo al perro, al punto de dejar al puma amarillo
seco del dolor, para volverle en sí, a ésto lo único cual provocase al perro
fue aliento para lamer el suelo a la entrada de la cabaña, limpiando las sobras
esparcidas por la estera, y hacerse en lloriqueos y maullidos igual a los dádos
cuando aún era un cachorro detrás de las enaguas de la mama, la gran esposa y
cacica del cacique y hacerse de lo justo y de la belleza, lo cual era
justamente la bendición a las preciosas doncellas princesas de tan prestigioso
cesar aquel Braunio. Pero yendo al punto del asunto, en la serie de
circunstancias acaecidas, Las zarigüeyas habían movido la balanza del talión
del ancestral rey, nada bueno estaría demás.
La
chucha.
Segunda
Parte.
-que
pecadito del perrito lindo, cómo se mojó con la sopita de pollo.-
-sopita nó sancochito.-
se hablaban entre ellos, pero la mama
refutó por primera vez en aquella estación de tiempo a quien era su rey.
-eso es pa que le siga dando carne a ese perruno./
-es un puma amarrado y si parece un perro, pero me da pesar del animalito sin
saber que comer, y sin una presita pa él.- respondió el rey más justo de todo
el nudo montañoso, en su exilio de la cabaña dorada de rey en campaña, en la
montaña sagrada donde alistaba a sus tropas, agregando a su mujer quien le servía primeramente, -esperemos
a qué el perro degenerado este, no se vuelva a echar la comida encima, y no le
encuentre el gusto de sabor a la carne de los animalitos, y esperemos también mañana
puedan traer más, del sobrante del trueque, con los que se llevaron a la villa,
ojala no echen todos pa pelea-
-vea lo lindo del animalito cómo se limpia solo.-
finaliza la emperatriz desde el exilio, dando
término, a la discusión mientras recoge la pantufla real y la devuelve a su
dueño para volver dentro.
las chuchas aun seguían entre los
arbustos jardinezcos, una haciéndose la muerta y la otra trepada en un árbol,
pero la raptora no soltaba ni así a su gran presa.
Hasta allí aun las chuchas tenían
pelo en su cola. Tenían la mancha de la careta en su cara, pero la otra de
ellas limpia tersa y suave, con sus tonos grisáceos de la suavidad nutrezca, la
naturaleza joven y tímida al abrigo de la noche, una sobre lo alto de la copa
de un árbol esperando saltar, y la otra en el suelo haciéndose la muerta,
abrasada a su pedazo de pernil, con la actitud de “yo me hago valer o asesinar
por mi propiedad”, el perro gruñía desde lejos, pero las dos chuchitas lo
ignoraban a profundidad, quien se hacía la muerta decidió hacer valer, tan apetecido y codiciado trofeo,
mientras la cual colgaba del árbol, sólo
bája para mirar, qué todo estuviese en el orden adecuado, pero la nueva disputa
podría ser por la presa adquirida, la cual ahora debía ser compartida entre
ambos; el perro continuaba gruñendo y con algo de frio en sí, por el reguero.
/Animalejos desgraciados, nada parecen que hayan aprendido de convivencia o de
vida en comunidad, en cuanto pueda les daré caza, para que así se arrepientan./
susurra el perro quien sigue atado
esperando poder ladrarles o seguirles.
/para nada, nada que ver con un can amarrado, puma amarrado ahora vales menos
que tu cabuya, mejor apretála desgraciado./ grita una de las chuchas, la cual al
sentir ruido dentro de la casa toma uno de los lados de la presa y decide
incitar a la otra para emprender la fuga mayor, con la presa de lado a la lado
arrastrada por la selva. Y oyendo detrás la presión contra el perro, gritando antes
de seguir la fuga .
/suerte puma capado. /
-Has
oído eso- comenta la emperatriz dentro, el perro ladra fuera de la casa.
/vengan asquerosas, yo las arreglo y les demuestro con argumentos por que vale
mi plato/ además incitando, /amo, velas, gran cacique huyen y rehúyen por allí,
atrapenlas, que yo las tomo, fare velas, allí están, suéltame, suéltame, suéltame/ engulle el perro desmesurado.
el gran cacique no concibe el hecho
y de nuevo asoma la cabeza, por la puerta silenciando al perro de un grito
ahogado, /shisssss/ el perro entendió de inmediato que era hora de dormir así
que luego de un par de vueltas volvió y se echó. pero ahora intranquilo para el
hecho el cual le había robado la quietud en pleno.
La
chucha.
Tercera
parte.
por
otro lado, las chuchas iban felices con su presa, y esa noche todo fue delicia
y festín, rumba y algarabía, francachela y comilona, en el nido donde yacían
donde sesteaban y donde armaban sus juergas, pero cómo lo del mal.
/mal aside, mal prospera,/
comentaban mientras aún se placían del festín apenas dado, hacían parte de la
memoria inmediata de lo acaecido, pero la apetencia y las ganas se habían
vuelto amalaye, gula y envidia, entre una y otra, la pelea y el empuje de
culpas, entre una chuchita y la otra, la chuchita mapache le peleaba el diente
a la chuchita nutria, una a otra debatían sobre quien había descubierto el pollito,
quien lo había tomado, quien había comido más o a quien correspondía la mejor
parte, a quien le competía el cuerito o a quien le competía la carne o quien conservaría
el huesito, pero ya no había ni un pedacito del dicho. Ya no había nada, todo
se había ido por el estanque o mejor dicho por las trompitas de las chuchas.
una de las chuchitas en el afán por
conseguir más de lo habido, de lo ruñido, de lo roído y de lo extinto o
escaseado además para bajar el ánimo del problema comenta.
/necesitamos construir un plan, tenemos
que conseguir más pollito, a como dé lugar, porque la papa sabe rico cocinada,
o el plátano, pero fue en el pollito donde descubrimos el sabor de la vida/
comenta una de las chuchitas,
esperando a ver qué consiguen
/deberíamos volver hoy en la noche, a
ver sí de ser posible hayamos algo para nosotros./
ya así todo el día fue algarabía fiesta y
planificación, fue armar la emboscada perfecta y el golpe preciso para hallar
la presa perfecta, y pues el perro sería parte de la coartada, ya qué sólo
accediendo a su plato encontrarían el deleite de la vida, y llegada la noche. así
se encaminaron bien entrada la noche para ver qué era y podía ser parte de ellas,
animalejas las cuales estaban perdidas en fabricar el plan, pero el plan cómo
tal sólo existía en sus augurios, así
los conjuros, los hechizos, los rezos y los talismanes no se dieron a
esperar, em pero el sigilo debía ser mayor, ya así estando cerca iniciaron a ir un poco más
lento para acechar a su objetivo y diezmarlo de apoco en distancia, en
velocidad y en astucia, unas pillas por completo las chuchitas, en su
planificación de asalto a la coca del perro, nada podría estar mal.
esa noche las chuchitas llegaron justo luego de los caseros haberse acostado,
la actividad para el día debió ser de lo más agitado de la vida normal en
alguien quien habituase el campo, así las chuchitas, entendiendo lo complejo
del asunto, sobre el estado de labor, aprovechan y por la misma ruta de salida,
caminaron suavemente, sin levantar ruidos en extremo, lo hicieron levemente sin
levantar sospechas u olores, sonidos o movimientos de reflejos vistosos, así
pasito a pasito, se fueron acercando hasta el perro el cual luego de acompañar
el día de su amo, estaba derrotado hasta no poder hacer ningún movimiento,
dormía cual gato chiquito bajo el sol, pero abrigado por la luz de la luna,
ante todo agradecido por la buena vida llevada a los pies del gran cacique.
lo
planteado en su proyecto de conquista por las chuchas, en un momento inesperado
se les vino abajo, y fue el encontrar la coca vaciá;
/está vacía/
susurra una de ellas,
/vistes, nos hubiéramos ido para el cultivo a comer yuca cruda/
murmura la otra
/callate que nos sorprenden, viste… otro
arrocito con un poco de eso amarillo, ¿sabes su nombre?/
pregunta una, la otra responde.
/arroz, con huevo/
/sí pero el desgraciado perro, no dejo ni un granito, se lo comió fue pero
todo./
en un desliz una de las chuchitas
tratando de tomar un arrocito de una de las garras del perro, al lamerle le
hala la pata sin querer, lo cual generó una convulsión de sueño en el perro, y aquel
por poco despierta, ellas cautelosamente emprenden la fuga, pero esto les deja
en evidencia, una se tropieza al saltar del pasillo de la casa al patio, y pues
éso despierta al perro quien de reflejo emprende persecución, pero es devuelto
por el impulso del lazo, al cual estaba atado, y este le propicia un tirón por
completo al perro, el cual casí le deja sonso por completo, pero con la suerte
para el perruno quien descubre, qué al lazo estar mal atado se había soltado y
ahora por voluntad instintiva y azonzado emprendía la persecución, y por causa
de los ladridos ya había despertado a su amo, por la sonsera sigue en
persecución de las chuchas sin antes notar, una la cual había quedado caída haciéndose
la muerta bajo las raises del árbol a las afueras del cercado, y la otra estaba
montada sobre tal, pero sólo olfatea a una, y sigue acelerado en busca de
ellas, el amo despertó saliendo pero no notó nada raro.
-que fue?- pregunta la mujer
-nada, pues que el perro arranco la cabuya con que estaba atado y se fue a
perseguir algún animal. – responde el cacique la mujer quien antes de ver a su
amado volver al lecho, agrega.
-eso debió ser alguna chucha-
La
chucha.
Cuarta
parte.
El
cacique Moshica, contemplaba a sú apetecible pero escaso gallinero, el cual de
no ser porque habían vuelto dos gallinas rapaces quienes se habían escapado a
vuelo de cóndor en búsqueda de alimento al otro lado de la línea de cerca mayor
y una gallina del vecindario amplio, es decir de una finca cercana a no menos
de 17 leguas lo que converge un poco menos de un tabaco de distancia, la cual
solía merodear la casa, y habitaba allí cómo huésped, de no ser por éste hecho, ya sorpresivamente
se habría quedado sin gallinitas, en el trepador de gallinas usado para cuidar
a sus animalitos preciados, sólo quedaban esos tres pollos ávidos, y un pisco,
pero tal no se contaba, puesto qué al
ser un animal tan arisco no se dejaba contar, y huía a la primer luz del
día para evitar ser visto por las gentes, y en muchas ocasiones sólo aparecía
en la noche, eran esos 4 animalitos para alimentar y tener siempre en cuenta ya
sí aparecían los demás o sus reemplazos tódo sería un acto de fortuna y señal
de un logro mayor. así también se entristecía
de recordar acerca del préstamo de diez pollos y la devuelta no haber regresado
a tiempo, y posiblemente jamás regresaran a él sus animalitos o los 25 los le
habían jurado cómo pago y vuelta por los diez mejores gallos, los cuales además
de tener espuelas podrían servir cómo animales de pelea. Así él no se prevenía
completamente, por los animalejos del monte, pero bien sabía, de sí ya le
habían dado ubicación a su cabaña en algún momento, aparecerían de nuevo los
animalejos, haciendo cuentas del día anterior y el de antes, en las noches anteriores
los animales habían merodeado su cabaña; la cual era un rancho pequeño resuelto
entre cipreses y bambús, con el techo amarrado entre trozo de retales de
maderas y hojas de palma, con suelos de madera forrados por esteras y algunas
paredes forradas con bareque y guardades con placas de piedra, el suelo de la
cabaña se elevaba a una altura de medio metro del suelo, y las gallinas a veces
merodeaban los bajos de la casa, sólo eran dos habitaciones y la cocina, la
cual tenía tejas abiertas para dejar salir el humo, los tonos de la rusticidad,
el decoro del breve despeje del cielo, un pequeño mesón en el pasillo que
conectaba los cuartos y la cocina, y bancas hechas para reposar fuera, el orden
y los pocos huecos, además de puertas rudimentarias las cuales protegían las
casa. Ya la noche pareciera oscurecer y luego brillar oscilando constantemente,
Lo cual significaba qué en cualquier momento aparecerían, de nuevo los
animalejos tales, así con la premonición tal, el cacique se dispuso a entrenar
al perro para reconocer un par de trampas, las cuales debían estar al vilo para
aprehender a tales animalejos, para el perro
no sería una tarea tan fácil, por
persuasión lo dejarían más suelto con relación al día anterior, y ya que logró
soltarse, aunque sufrió el impacto leve del tirón de la soga, y quizá por ello
no había alcanzado a los animalejos tales. no sabiendo la realidad de la
astucia de tales chuchas de monte.
las chuchas no pudieron concretar su
plan a plenitud, y la tristeza les invadía, no era peor la desilusión de pasar
el día en vela, el día comiendo maticas, el día augurando planes, y de no haber
sido por la persuasión de su escondite habrían caído en las fauces del puma
atado, ya por la dificultad grande encontrada, sabían que debían ejecutar un
plan lo antes posible, y tal les debía llevar hacia la alimentación. era
difícil mas no imposible plateaban comiendo ramitas y raicitas y cetáceos y semillas
y huevos de monte, pero estos ya no les saciaba, y fácil no era pasar el día
así, debido a eso ya tenían un plan prepuesto y era una de ellas quien así ya
se daba como orientadora, del plan por llevar,
/debemos ir por gallinita hoy, y esto sí
debe ser un hecho, ese pollito suculento debe ser nuestro, y no tenemos
otra opción/ lo hacía y lo decía mientras se limpiaba la saliva de la boca e insistía
agregando, /si mal no recuerdo, el trepadero de las gallinas está detrás de la
casa, y es solo rodear por fuera, ese perro amarrado ni nos verá salir, y mucho
menos que nos sentirá entrar, esa gallinita será nuestra./
y se reía de su plan macabro, la
chucha con ganas de alimento,
/pero que dices? Eso es gallina cruda,
eso debe saber asqueroso,/
respondía la otra chucha, ya ambas departían
alucinadas y entre más se enceguecían por su plan macabro, más aumentaban sus
facciones delirantes las cuales cambiaban, y les demostraba la cara que el bien
tenía y una cara, la cual sólo el bien les daría, y el perfil se les demacraba,
se ponía primero igual al de un marsupial ordinario pero más se parecía al de
una rata, y la involución de tan aparente animal se hacía tan evidente que una
descrestaba a la otra y más por la estereotipación de las formas faciales tomadas, la mutación les llevaba de un lado a
otro, y se enamoraban una de sí y la otra de ella misma, pero el egocentrismo
de individualidad, daba a ver el reflejo propio en la compañera y tal se viera
hermosa y una a otra y ambas se amaran.
la noche entró en la vereda, la
campiña inició a humectarse, el roció vespertino mostraba tras el crepúsculo qué
allí ya había algo en hecho para la continuidad del plan de las chuchas, pero
el par de animales de apoco pensaba en hacerse a un lado, y temían ser ellas y temían
ser castigadas y temían ser sorprendidas, y temían hallarse en medio de una
persecución o peor aún en medio de una trampa sin remedio, o ser atrapadas por
el hecho, más nada bastó para que se detuvieran a pensar y a cancelar el plan;
si hubieran entendido la razón de la vida y la reprensión a los malhechores
todo hubiese sido de maravilla, pero la terquedad o la necesidad de lo
innecesario las llevó casi hasta la boca del lobo, y más cuando iban en
búsqueda del trepadero para medir distancia y en el asedio atrapar a su víctima,
fuere cual fuere la gallina a la que pudiesen atrapar, así ya todo cóncreto, y
observan desde la corteza de un árbol cercano, hasta póder ser cubiertas por
completo por la oscuridad de la noche, y no ser así sorprendidas, ellas
sintieron antes de ir, el descenso de un animal grande, cerca del trepadero, el
perro ladró pero el gran cacique, quizá entró a la cabaña y apagando la lampara
que iluminaba el pasillo de afuera del grandioso y pequeño rancho. Al tiempo de
sentir el vuelo fue el momento en el cual una de las chuchas decide, abandonar,
pero su compañera la presiona para continuar.
/no te preocupes es sólo un reflejo de la noche, /
y lo dice mientras roe sus manos, y las frota
cómo símbolo de ansias, pero trasdibujando su afán por comer pollito. Ellas
aguardaron hasta bien entrada la noche, acercándose despacito, sin temor no del
aleteo, ya que las palabras de ánimo bastaban, /gallinita…/ , /pollito…/
y no pensaban en nada más, y despaciosa y sigilosa y cautelosamente iniciaron a
subir por el palo del trepadero, lo cual lleva a una altura no en demasía pero
si significante, y en una especie de árbol armado donde las gallinas reposan en
la noche y quedan fuera del alcance de bestias del monte, de animales de la
selva, de animales de la ruralidad, así de apoco trepaban las hermosas chuchas
quienes en su afán por alimento, por satisfacer sus deseos o por colmar su
ansiedad, decidieron ir a una acción nefasta, grotesca agreste, y fue
suavemente como la gallinita, sintió una suave lamida por debajo, lo cual le
dejo sin alientos de fijarse o al menos qué había sido, así que se quedó quietecita.
/ves cómo se hace/ dice una de las chuchas y esgrime /gallinita gallinita/
así a otra, es decir la menos osada,
trata de imitarlo, pero siente un pedazo de rabadilla, más grande al qué
debería tener una gallina común, así en el sitio, y el animalejo ni se inmuta.
/debes hacerla dormir, la tomas por debajo como voy hacer, y salimos corriendo
hacia nuestro nido… gallinita gallinita…/
dice la osada mientras la otra
chucha aun con todo el miedo suyo.
/por qué tienes que estar todo el tiempo
dándome ordenes, yo sé que es lo que debo o no debo hacer gallinita… gallinita…
gallinita…/
y continua el plan hasta encontrar a
su compinche, y tal logra hacerse al hombro a la muy apetecida gallina, la
noche era oscura, póco se veía en el entorno, y sí la levantó la chucha osada.
/vamos allí gallinita, ven vamos, ven vamos gallinita, ahora ves lo que te he
dicho/
/insistes en molestarme, pero la verdad ni se porque te hago caso, gallinita…
gallinita /
y la lamia, pero al ver al brillo de
los ojos de su amigo perderse, ya tal iniciaba
a descender por el palo el cual conducía al trepadero con la gallina al hombro,
la chucha menos osada intentaba hacer lo mismo, y sólo al enterarse de viaje, sobre el peso de la carga el cual resulta ser
un poco más pesado de lo prepuesto, y así aguza a su compañera.
/espera un poco/
tal solivia la carga, pero quien debiera despertar era una gallina común,
de un tamaño medio, con el susto y el placer que la contuvieran, para que la
chucha menos osada es decir la mapachezca, la aguzase, la dominase, la llevase,
pero a tal animal de tremendo porte no le gustaba ser llamado “gallinita”, fue
cuando la chucha vé que en realidad no está levantando a una gallina como
suponía sino al pavo real nocturno quien recién había descendido justo encima del trepadero. y semejante
animal vuelve en sí en medio de la lamedera de la chucha y se le echa encima a
todo pulmón.
/a quien le dices gallinita” /. Lo cual sonó en su voceo cómo un buruburuburú…
El gran cacique despertó de golpe, o
más bien salió de la meditación lo cual le llevo hasta la salida externa de la
cabaña, o mejor dicho la meditación le hizo aguardar el golpe de la chucha
debajo del entechado de la cabaña, y machete en mano se abalanzó contra una de
ellas. La chucha osada al sentir el glugluteo del pavo, no hizo más que soltar
la gallinita, pero para agarrarla con las fauces desde el cuello, y llevarla a
mordiscos para que tal no hiciese mucha bulla.
/suélteme, suélteme, suélteme, que me suelte le digo…/
era lo que gritaba la gallina del
vecino sintiéndose atrapada, en las fauces de una chucha, el puma el cual había
sido semisuelto y tenía un collar de cabuya y cuero de lujo, hécho por las
mismas manos de su hacendoso amo, lo único cual hiso fue seguir a la chucha
orientándola hasta una trampa. El gran cacique sólo oyó el cacaraqueo de la
gallina que era raptada y sintió al perro salir a perseguir a la rata
trasgresora, la cual llevaba la gallinita, una de sus pocas gallinitas en su
jocosa boca. Pero la chucha menos osada por su parte halló al enemigo más
temido, era el mismo pavo en quien se posteaba viendo a tal con su majestuosa
cola y brillaba en la noche como un ave fénix volviendo desde el otro lado de
la noche, y enfrentándola con garras y pico salvaje, en un nido mezquino, en un
trepadero el cual se volvía temible, para la chucha, mientras las gallinas
fugitivas volaban fugases hasta lo alto de las copas cercanas, de los árboles
cercanos y los guaduales rutilantes. El cacique abuelo sin más por hacer, arrancó de las garras del pavo a la
chucha escarnecida, tomándola de la cola, cuando aún parecía una nutria, en sus
últimas facciones de animal silvestre y la conjuró,
/ahora me robas cuando te he tenido en mi
vasto campo, aun muerdes mis animales cuando te he permitido cenar de mis
granos, comer de mis hortalizas, roer mis tubérculos, pues siendo así entre más
roben, más pelada tendrán la cola, tú y tu compañera,/ así el cacique alumbró
con la lampara viendo cómo el puma volvía con la gallina entre la boca, y tal
roída, escarnecida, moribunda, y carente de plumas. La abuela cacica, no
pronunció mas palabras que…
/papa, pasó algo allá fuera?/
/por acá nada, aun/ y tiró de golpe la chucha con la cola pelada, al otro lado
de la cerca de casa. Luego de ello en la noche no hubo palabra alguna del
hecho. Y dicen que hasta no hallar punto de cambio en tales animales, seguirán
pareciendo ratas roedoras y teniendo la cola pelada, y así siguen esperando al
día de la compensación para volver a su forma original.