I
Élla
nunca ha sido el centro de miradas de los demás chicos, y más aparte de lo
correspondiente a una jovencita quien más por determinación o necesidad, lléva
su vida a una cotidianidad dentro de alguno de los barrios periféricos de
América del Sur, y así con ello la posibilidad de crecer entre el color y la
algarabía propia del espíritu abundante en estos lares, los conflictos de la
serie de mundos en asonancia han pasado a un segundo plano, aparentemente y
ahora en perspectiva. Es sólo ella.
superficialmente, la temática de independencia
le ha llevado a apartarse de muchas de sus amistades, y la posibilidad de
crecer en medio de la gran urbe, es la oportunidad la cual aparentemente no le puede ofrecer su
pueblo de origen, al lado de su familia. por esto, aparte de la búsqueda de su
independencia coartada, decide llegar a la gran ciudad, una de las metrópolis a
base de conjugación de elementos qué se entremezclan, desde lo sintético hasta
lo más natural, creciendo así cómo corales con la levedad del paso de los años,
y la mixtura exótica de colores quizá igual a hormigueros, esperando el ciclo
próximo, o humanos implorando para poder pervivir y seguir creciendo, cual
elementos de conjunto; las aleaciones entre el estado salvaje y el estado
tecnológico demuestran nuevas capacidades y nuevas diversidades. la entre-mezcla
determina, un nuevo contexto de urbe, las rocas, los vidrios, los metales, la
madera, las pegas, los aglomerados, los ladrillos, el asfalto los polos a
tierra y los objetos electrónicos y biotronicos, tecnológicos y biotecnologicos,
siguen formándose; los elementos se fusionan buscando acomode, dando órdenes
dentro del espacio castelar, donde la aglomeración da sentido de seguridad y de
hospitalidad, para el paraje inhóspito previo, donde el adjunte, trajo la
factibilidad de pervivencia, pero la sobrepoblación trájo desmanes internos a
tan grandioso castillo, allí donde los extramuros hablan de lo sucedido dentro,
pero temen por las huertas que antes les rodeáron, aunque tales ya han secado. La urbe en crecimiento hace siglos soñó con la
libertad en medio de las selvas o los desiertos propios del área; pero, en la
medida de expansión en la sobrepoblación, y así cómo los habitantes nuevos y
migrantes, también se supieron expandir, los efectos del sobre habito los
cuales disfrazan al capital, así la cara del progreso llegó, y así con todo esto,
la polución y otros efectos del sobre cobijo en las laderas, la erosión se
llevó los cultivos, ya algunos antes abrigaban la sub Urbe periférica, al igual
a la fauna salvaje, la cual recorría estos espacios, junto a la claridad de los riachuelos los
cuales perdieron su verdor, o su melar, o el platear y el esplendor, de los cuales muchos, ya, así
se extrañan.
El crecimiento, trajo consigo
efectos de posibilitaciones, el confort y la apariencia nunca supieron hacerse
esperar, al expandirse lo hicieron inequitativamente y desde las desigualdades
de los obreros. Aunque a Ella la creencia propia la ha mantenido sostenida a la
fe y ésta cómo los rasgos de su familia la cual en teoría, también llegó a
estos parajes del sur en búsqueda de salvedad. Ella quien muchas veces ha
preferido la soledad a apartarse de sus creencias de origen, y de esto la
obstinación por el progreso, la obstinación por librarse un mejor futuro, y así
la obstinación porque a pesar de la dificultad todo se debe hacer entre las
reglas y las prescripciones, esto lo ha tenido en sus lineamientos de vida y de
cotidianidad, el luchar para sí y su familia de origen, así esto le resulte de
un nivel de dificultad en apariencia mayor,
al del resto de las personas con quienes departe desde la ausencia, hasta
sus lugares de vida común.
La soledad nunca ha sido un problema
para una valiente, la estirpe de los guerreros ha sido una marca del génoma Ye,
así ella ha tomado sus convicciones prácticas, y así la vida le lleva a series
de parajes donde la posibilidad de subsistencia parece remota, pero ella ha
aprendido a cubrirse bien desde antes de salir, y ha de mantenerlo así por
convicción. A pesar de no ser una postura débil, el decidir optar por el
recato, el pudor o la decencia en medio del arquetipo del mercado del consumo,
donde las personas han parecido materia del mercado. Ella con todo y su
convicción opto por una razón para el futuro de los suyos, sin poner sus
principios en juego.
La mañana ha llegado después de una
noche escandalosa, como lo son
comúnmente en un barrio qué aún se hunde atrapado en los arquetipos de extramuros
periféricos, y donde la masa de zombis timan un control medido, es demasiado
temprano para seguir oyendo el ruido de la noche, o demasiado ruido para
competir contra el, gran parte de la ciudad duerme y ella ya está de pie, es el
fin de la madrugada y la noche se abre para el sol de un domingo,
ella ha decidido luego de postrarse para una oración,
salir hacer frente a la vida, y a su salud, ha decidido luego de su oración
vespertina salir hacer, ejercicios. Que en su diario vivir al igual que, sus
oraciones al cielo, lleva en sí cómo disciplina para un cambio constante de
mejoría, dentro de su giro común de vida.
Parece extraño al ella haber tomado
la determinación de no estarce dentro del parámetro el cual han tratado de
imponerle, de dotarle, de asfixiarle adentro en la urbe, y así igual a muchas
mujeres dentro de la lucha femenina, las mismas esas quienes se han esforzado
por romper estereotipos fachistas. Ella sale con todo su són y su sóbria pero
extraña belleza del ropaje para el entorno, sale así con su pínta de hacer
deporte, la extrañes es belleza al lado del recato. En su barrio de calles
estrechas y largas, de escalas y callejones laberinticos con o sin salidas,
busca lo mejor para su futuro cada día, además de buscar primero el agrado en
su interior antes de lo foráneo. Ella en su recato, toma su pequeño equipo el
que consiste en un par de mancornas de libra de peso cada una y sale hacia un
punto común donde los árboles mejoran el aire, además del espacio amplio, las
brisa le inspira libertad.
En
uno de los callejones, cómo de costumbre hay un grupo de hombres quienes han
pasado la noche en vela, al son de la música. En el suelo y los laterales hay
botellas de licor vacías y restos de las drogas, así también allí empaques y
envolturas de alucinógenos, beben y fuman en medio de la incertidumbre del
conflicto urbano por control y cuidados de territorios, una esquina fría; donde
los perros suelen hacer sus necesidades, con olor fuerte a los desechos, un
poste antiguo con una luz tenue amarilla, al lado de un par de escalas a la
intemperie las cuales en ocasiones hacen de sillas, para el descanso de la
serie de caminos se cruzados, hasta
llegar a quien sabe cuantos números de lugares, o perderse en los laberintos
extraños, allí podrían terminar en zonas industriales con calles frías y vacías,
de la desolación de los horarios de planta o en fachadas de la vida pudiente en
árboles inmensos y jardines coloridos, donde priman los arquetipos
eurocéntricos, o en zonas comerciales con precios lujosos y objetos de difícil
alcance de esos los cuales buscan la estabilidad de series o el intercambio de
números, o peor aún en la cercanía con las invasivas zonas de refugiados de
guerra, para las víctimas determinadas, “desplazadas” de o por la violencia, en
los tugurios improvisados y construidos sobre la peligrosidad del riesgo mayor,
sea tal la intemperie, los efectos de erosión o la violencia misma de por
medio, allí además de la variedad de gentes quienes suelen transitar por ahí,
ellos los presuntos bandidos, establecidos en el punto ubicado cerca del final
de la calle a donde suelen llegar los vehículos; además de vigilar al punto de
observancia deben estar atentos, de la entrada foráneos sin rumbo, o atacantes
armados, o así mismo la autoridad compítentes , ya el juego sería así develado,
un par de paredes del entre cruce de caminos, escalas y un sendero sin rumbo fijo, se podrían notar con facilidad:
agujeros en los ladrillos, tanto por los disparos de atacantes, a modo por
respuesta o conflictos entre ellos, cómo los de respuesta inmediata del orden
de seguridad del esquema menor, o por ajusticiamiento o al aire o en las casas
aledañas por el orden impuesto, y ahora en decadencia y relevo. la noche ya ha
perdido la cuenta de cuantos chicos han recogido de aquel cruce de caminos,
cuantos grupos habían pasado por aquel sitio y cuántos de ellos ya no existían
cómo parte de la historia de un barrio común y corriente. Se sabe qué están
habituando en medio del paso. Ella al estar por más de dos meses dentro del
barrio no teme pasar de en medio, más allí aun así ubicados alguno u otro hombre
demacrado por el vicio y la rumba. ¿Además de la hipertensión qué más podría
generar en ellos el uso de sustancias ilícitas? Ella sigue en la ruta,
cabizbaja, y lo menos de esperar será tras el receso de quienes continúen en
búsqueda de diversión, y así aparezcan los pretendientes efímeros, los cuales
en vez de despertar la autoestima de Ella más bien le hacen sentirse tan cerca
y tan lejos de sus propósitos, aunque así bien con la obscenidad del lado de
los piropos codiciosos y las incitaciones de insinuaciones sexistas, y aún así
no logran cautivarla. Así su intención es más fuerte, ellos en medio de la
borrachera ven así sus modales. – Buen día disculpen. - saluda
ella al tiempo que tropieza con una botella, lo cual le asusta, así sin más, le
miran aún más, pero tal sigue. Ellos la observan demasiado junto a sí, cómo
para ella sentir sus alientos o sus voces demasiado cerca. - buen día primor, ya pasa lo más bello del
rocío, cómo para más de un rose.- y se hecha a reír el grupo. Ella ignora y
sigue, uno de estos se pone de por medio, mientras el otro recoge el envase,
este aparentemente sin estar drogado o borracho le hace una señal de respeto, y
mirándole le asume -disculpe señorita-.
II
Ella
en medio de los nervios a razón de la serie de acciones en tan corto lapso de
tiempo, se queda suspendida en la acción, y lo único que puede hacer es
encomendarse a su señor, pide ayuda brevemente, en silencio pero con su
atención centrada en la fe, del qué saldría con éxito de aquella turbia
situación, ya el reste de los hombres a pesar de versen más jóvenes cuentan con
aspecto intimidante en demasía, ellos se acercan con la atención un poco más en
la situación y le miran de arriba abajo, de esta manera observaban con detalle la apariencia de Ella,
y aunque ella viste recatadamente, aparentemente a los tipos nada se les éscapa,
le olfatean cual perros de caza al haber hallado a la presa precisa para sus
fechorías; de repente en la acción más desesperante, el hombre quien se había
puesto en medio del paso, quien no olía alcohol ni presentaba facha de estar
sobre drogado, ni aspecto espectral o de drogadicto, cómo si era la condición
de los demás miembros de la reunión en aquel gueto; bastión donde ella había
tomado punto para su hábitat. entre otras, el sitio se halla cerca de la casa
de una de sus tías; tras la tensión por el evento inesperado, pero ella, ígnora
la situación al tanto, aun así a los sucesos del entorno, además por su baja manera
de socialización, al punto donde no frecuenta visitas siquiera donde su querida
tía. El hombre quien se había puesto de en medio inesperadamente le tiende la
mano en forma reverente, ella en medio de la tensión de la situación no tiene
más y reacciona de la manera cual hubiera actuado cualquier joven en medio del
desespero, sintiéndose bien servida o en la reacción del shock tardío. -respete
igualado, ¿cómo se me pone en frente, no ve que voy hacer mis ejercicios y
necesito el camino? - alega Ella
en todo el furor de encontrarse en medio de una posible evasión. Así el tipo
comenta -disculpe niña, está en todo su
derecho.- responde el hombre quien parece estar en
frente de la situación, y así con la mano estirada, se quitó del medio abriendo
paso, a la joven dispuesta a continuar
su camino rumbo hacer sus ejercicios,
así él no se dio a esperar. -tranquilo, y gracias. agrega al dialogo Ella, quien en un sollozó
retoma camino.
En la medida del ávance, observa al
aparente fulgor vespertino en la mañana, tanto así, al pueblo se levantarse, y
todo por la búsqueda del destino de forma en la lucha, la cual se manifiesta en
el cumplimiento de las responsabilidades, el día de descanso mostraba algunos
hogares en búsqueda de luz, pése a todo, otros en estado de frustración por el
tedio dado a la murga de la noche
anterior, la población del entorno de los barrios se muestra afín a tan bella
mañana, mientras, en majestuosidad, el sol,
se instaura con sus rayos atravesando por entre las casas más altas de las
colinas aledañas al barrio.
Aquel
tipo no se dio a esperar para emprenderla hacia los otros jóvenes quienes le
acompañaban, propinándo injurias, y casi al llegar al punto de golpearles,
ofendido por el asedio a la dama la cual se había puesto en el camino, segundos
antes -no está bien hacerse en medio del
camino, tirá la botella, -regaña a uno de los jóvenes mientras le indica el
envase que ha recogido del suelo.- debemos
estar pendientes, chacharear, pero no interferir a gran escala el paso, ya la
gente está saliendo de casa, apagá esa cosa.-
regaña a otro quien enciende un cigarrillo de marihuana, fue lo
último qué dijo, y se quedó allí parado a un lado del camino pensando,
distraído brevemente por Ella, aunque desconociendo su nombre. Su aspecto le
había recordado a alguien a quien quizá aun amara, rememorando y agradecido pues
aún había esperanzas de gente buena en su barrio de orden, en su nicho de vida,
alguien quien le motivara o le llevase a la lucha, y le recordase parte de los
deberes cumplidos.
Ella continúo susurrando, agradecimientos a El Dios
que adoraba. Y así sigue en su camino hasta la calle principal donde fluyen los
vehículos, ya allí puede iniciar su trote, al final del callejón estaba el
inicio de la rutina de ejercicios, los cuales le traerían mejor estado de salud.
Ya así mientras inicia parte de su ejercicio,
se queda pensando en la cortesía de aquel hombre.
Más el espacio donde le había conocido, le llevaba a estar en duda;
sobre sí sería un bandido o un transeúnte vecino del sector, de lo cual no le
queda duda, era aquel joven maduro quien
tenía un aspecto de quien le había hecho sentirse aparentemente enamorada,
aunque amores así o sensaciones extrañas, debían ser habituales en la ciudad,
en su pueblo de origen le hubiera reconocido, la remembranza le traía a
alguien, ese alguien era el amor qué le visitaba y le volvía al ser, ósea a
quien realmente había sido, ya en su sentir en mayoría erguido a la fe, y así a
Ella no le era habitual, el sentirse enamorada o enajenada, pensaba ella; además del en el
entorno tanta caballerosidad y respeto por una dama no era tan común. Aunque después de dar muchos giros en la
cabeza, y ver la escena en tránsito, pensaba en el peligro, de su rutina, y sí
así alguno de los jóvenes perdidos hubiese quedado indignado, y el cómo sí así
fue bien atendida en bajos términos por aquel caballero, cómo hubiese sido en
manos de un criminal, y más con su reacción. /Esto sería así una de las
dificultades de convivencia, porque en sí el camino era público y así como
ellos podían estar allí, yo debía transitar/ hablaba para sí justificándose, y
tratando de bajar la retórica de la situación para sí misma. El evento tal le
había puesto en un grado de dificultad emotiva, le había llevado a una serie de
atareos y pensamientos con relación a la crisis mayor, del estado de realidad o
de acrónimos donde habitaba, parte del reflejo de la crisis de valores, de la
miseria humana, su sentir intuitivo se manifestaba, amarga, ardua y
constantemente, aunque ella no vivía en el temor ni de la sisaña, pero sabía de
realidades, de donde procedía y adonde erguía sus pasos. donde los
sentimentalismos se habían mezclado con la razón y quizá con pasiones futuras,
no se sabe a ciencia cierta que caminos tóme el amor.
La radicalización por un
entorno no era una totalidad cavílada, y esto no definiría el futuro, pero sí
el qué aquel caballero le había salvado la honra, y de eso no quedaba duda, ya
en la extrañes de aquellos parámetros se sabe que ha de ser, y así apretaba con
fuerza sus macanas mientras hacía flexiones, Ella sudorosa y casi al límite
venciendo la fatiga, ya estaba viendo el punto de retorno a casa, sin gastar la
totalidad de energía, quizá un buen baño y un sueño de reposo antes del
almuerzo, le pondrían mejor y en bienestar. Este es
el día en el cual poder llamar a casa,
pero la hora precisa, sería al medio día, quizá la llamada fuese algo costosa
pero le daría la tranquilidad de saber de sus seres queridos, y la o el hijo
agradecido siempre ha de tener méritos
para sí, de apoco aclaraba términos acerca de un breve hecho en la rutina de
una vida de cualquier joven de estos barrios, de un contexto qué se ha rutinízado, sin ser así una tragicomedia
o un rol de calabozos y dragones.
Ella pensaba en esto mientras llevaba
su ejercicio al máximo, o se sacaba la mierda cómo acostumbran a decir, ahora
no sabía sí aquel hombre estaría en el camino de regreso, o si el camino ya
estaba seguro y esos pelados ya se habrían ido a dormir, la bulla y la
algarabía lejos, le darían seguridad, mas no habían dudas claras sobre el
contexto, ella extrañaba alguien aquien necesitaba pero ignoraba, él quien o
qué era, aunque podría ser algo efímero, pero sí así permanece esto ya es un problema,
dado al inicio de sentir un aferre o necesidad alguna. El de estar enamorada
circunstancialmente por necesidad, esto. sí era un problemón.
III
La
rutina de ejercicio no fue lo así esperado, el impulso le generó todo lo
necesario, para ella poder continuar más tranquila con los ejercicios, con los
cuales creaba estabilidad para la salud, equilibrio y bienestar en salud, de
sus sistema físico y psicológico; la oxigenación del cerebro era algo vital
para alguien que interrumpió los estudios de medicina en su tercer año, y más
que así, cómo tal, quería recuperar, reintegrándose después del tiempo perdido,
a su amada Universidad. /luego de una buena oración, un buen ejercicio./;
pensaba mientras caminaba hasta el lugar al cual se dirigía, no era fácil,
pensar en llevar y hacer vida lejos de la familia y lo que se quiere, pero
estar bien consigo misma le hace estar mejor.
Ella no refuta mucho del hecho de
existir, pero ahora sólo se centra en respirar, en ser ella, en permanecer
habitante en medio de la imposibilidad, el ejercicio del ser, a veces es más
difícil qué el mismo del estar. Su estancia no suele ser de las que han sido
fácil, pero su permanencia le alienta a seguir, para así continuar sus estudios
y velar por el futuro de orden familiar. la necesidad de subsistencia, no ha
sido igual a la de luchar por la supervivencia, además pocas mujeres optan por
estar bien, pese a todo, aunque sólo una mínima parte tenga que priorizar el
estudio antes al de la vida familiar, nada en sí era tan difícil, cómo la
adaptación a un entorno tan hostil. Aunque el lujo de la apariencia no pásara
mucho por los barrios donde ella hora debe habitar.
En regreso a casa, todo era posible siempre en la medida la cual no
estuviera centrada sobre lo así querido. -Venga flaca- así le llamó uno de los jóvenes de los cuales antes
de salir pernotaba, en el lugar de vicios cerca a la casa de Ella; él con
mirada intimidante seguía el camino de la joven, ella sin lugar para continuar,
decide aumentar el récord de sus pasos, caminando un poco más rápido, -ahora no
puedo.- Y es así cómo le contesta ella de forma sensata, así acelera el paso,
apresurando su rumbo; el joven sin hacer caso sobre la respuesta se le pone en
medio, para confrontarle. -¿vos es que
estas inventando? ¿O qué? ; ¿Vos no sos de por aquí, quien sabe de dónde venís,
mínimo sos una infiltrada, crees que te van a salvar siempre?... Ya sabes que eso es trabajando pa la vuelta,
yo te digo y aflojas de una. - se le pone de lado a toda prisa y la agarra
manoseándola por delante y tratando de introducir una mano dentro del pantalón,
en tensión a la pubis, de Ella, además tratándola de apretujar entre su cuerpo,
llevando la otra mano por dentro de la camisa a su busto, así sin conocerle,
sin tratarle y sin tener el más mínimo compromiso o la más mínima relación de
amistad; en la intimidación ella no se aguantó y estrujando al bandido le dice,
con preocupación - tenga cuidado con lo que dice, hágame el favor y me respeta,
que yo soy una mujer decente. - agregando
- yo sólo estoy de mi casa al estudio y al trabajo, y ya.- el joven le forcejea, ella a punto de
quebrar en llanto saca fuerzas y le estruja, le pasa por un lado. Al verse en
inferioridad de razón y de fuerza, él le toma de un brazo para forcejearle, al
ella cuestionarle en vos alta -¿que le pasa? Suélteme me lastima respéteme.- los vecinos se atumultúan en las ventanas
para presenciar el hecho, muchos con mirada determinante sobre el joven
cuestionando el asunto, y con susurros abundantes, más porque la chica nueva
del barrio no era del ambiente de los jóvenes quienes departían constante mente
entre drogas y armas, él, intimidado por el cuestionamiento psicológico, suelta
a la chica y le exclama en vos baja -
suerte perra, lárgate qué después hablamos.- esto mientras tomaba la empuñadura de su
arma, por encima de la hebilla de la correa del pantalón. las casas vestidas
para el paisaje callejero. Sitio de casas organizadas donde las plantas en
materas revestidas de flores, sobresalen en los zaguanes haciendo parte del
entorno callejero, las flores conteniendo los últimos rastros del roció parecían,
haberse quedado para el momento, mientras se mostraban en evanescencia para
encontrar la luz directa del sol, y bajo la sombra salían de apoco igual qué
los vecinos quienes se apeñuscaban para presenciare la discusión callejera. El
joven sulfurado por los cuestionamientos saca el revolver yama martial calibre
32, el “cinco tapas” cómo le llamaban a tal arma letal con la munición 765, y
él apodado “Firulais”, o el “firu” cómo comúnmente le conocían, en el entorno
de su barrio, empotrado, con aparentes
pretensiones bélicas. Ella azorada por la actitud del chico, toma con calma la acción
y trata de evadir la situación dando cara, al problema, huyendo en plena calma,
caminado hacia atrás, y mirando al joven casi siempre directamente a los ojos,
demoliéndole con el pensamiento, ocultando el temor, y asiéndose al ver los
vecinos, sin ir a chocar abruptamente con la mirada la cual está sostenida
hacia el joven perdido en el receso de las drogas y el alcohol, él drogadicto
histérico y en semi-shock, ella meditativa con el pulso acelerado y sudorosa de
la acción y por tanto del ejercicio previo, de casi media mañana, así mismo cómo
por la situación, piensa en la velocidad la cual tornan los asuntos y lo
complejo para acelerarse, además el cómo la velocidad de un disparo en algo tan
diminuto podría crear un efecto tan nocivo, el tema no era perder la razón, ni
la cabeza, pues la vida no era un asunto de valor simbólico, dado a que allí
estaba todo consumado, y la osadía no le llevaría a ningún punto, los estribos
estaban bien puestos, pero la peligrosidad jocosa, de algún joven que habría
vendido sus propósitos por algunas monedas, no era igual al de alguien quien
había puesto así sus designios y sus principios, por el bienestar común; sería
algo imposible mientras ella no perdiera sus estribos y el enamoramiento no lo
era así todo, puesto qué el hombre quien le había brindado protección no estaba
en el lugar del hecho, /¿para qué así un amor que no está cuando se necesita?/,
piensa Ella, en medio de la tensionante situación, pero, aquel drogadicto si
estaba arma en mano intimidando al resto del vecindario, le apuntaba a Ella y
miraba que no hubiera alguien armado, ella tenía para sí el arma cómo parte, del
encaminamiento entre el ser y el no estar, en cualquier pensamiento o paso mal
dado, ella debía ser más velos que el gatillo, en cuanto a una posible acción
fugas, pero no dejaba de retroceder en avance hacia atrás, se apartaba a lo lento,
prefería lo lejos, en aquel momento, la lejanía no le traería de vuelta, pero
un mal pensamiento, o una acción de un paso en falso, le podría dar a la
perdida, así qué media sus pasos hacia atrás, en busca de su resguardo, y de
los santos de su casa. además de estar segura de a unos pasos estar su morada,
sólo era encaminarse bien y no ir a tropezar, ella mentalmente decide elevar
oraciones, pidiendo por su vida, además por su integridad y salud física, ya era su familia lo que primero pása por su
mente, dado al no saber de los intereses habidos allí tras aquella persecución,
y sí el acoso es por perturbarle o sí realmente es algún tipo de persecución.
Las manos siempre al frente donde el
bandido las viera, aun con el par de mancornas en una de ellas, y el encamine
constante. Así ella retomaba retorno pleno a su morada.
IV
Ella
percibió el punto de boca de túnel, el cual erguía la salida en ruta de escape,
y así emprendió fuga hasta la puerta de su casa, tomó las llaves lo más a prisa
que pudo, dejó las mancornas en la entrada sin importar perderlas, con el
pánico manejado, o bajo control como diría froyd. el semi-shock y la
taquicardia, la tembladera ya en su manos y sus dedos parecía tambalear, por el
nerviosismo producido a razón de la problemática, así Ella, se interponía entre
el hallar la llave precisa equiforme del ángulo, y encajarla en la cerradura,
todo lo de afuera es lo peor que le ha podido suceder, en el tiempo qué lleva
viviendo en uno de los barrios más peligrosos de una ciudad, fuera del contexto
internacional adyacente, no puede llorar aun pudiendo, no quiere ser la enemiga
de todo lo que bien ha sido; la situación le saca de sitio, puesto qué respiró
y se bendijo, en cuanto quitó la doble llave del seguro, abrió la puerta, la cual cerró de un tirón; una vez estuvo dentro.
La gente sigue asomada, intimidada, pero con la razón
de tedio y molestia por la actitud de aquel joven frente a la pasma, el exceso
le llevaba lejos, mientras él, sin saber dónde apuntar, y con el arma por
fuera, suelta un par de disparos, al aire, y a base de propinar insultos
fuertes continúa allí amedrentando al vecindario. Firu descolocado,
desconocido, ido por la sobre dosis y el trasnocho, además por el receso del
exceso de consumo de licor, se le avienta a madrazos y tiros al aire,
arguyendo, -manada de sapos, metidos, chismosos, a nadie le importa mi vida, lo
que hacemos, o en lo que andamos. - esto con el arma en la mano y sin temor de
soltar un par de disparos, - es que nosotros somos los que mandamos por aquí, y
podemos hacer lo que nos da la gana o ¿es que, acaso, van a llamar a la
policía? No producen ni la mitad del miedo, que deberían generar. - y
suelta otro disparo, al aire. Mientras apunta a las diferentes familias quienes
observan, a Furu hacerles acto de intimidación, dándoles terror haciéndoles
ocultar, desposeído, ido, perdido en sí sobre lo qué sería la vida real o el
futuro de los niños asomados, o de los vecinos en su presente de preocupación,
el bandido quien no respeta, porque así ya está fuera de él, es dueño de lo
propiciado, pero influye nada más desde la postura, rastrera, vandálica,
criminal y paramilitarista, perdido de razón de ser o de razón de familia,
perdido de origen, de nicho o de grupo; llevado por el crimen, perdido de su
razón común de vigía, de delincuente o de miembro de un grupo el cual a base de
razón delincuencial, pervive de lo invertido de la gente para tales, para sus
cuidados el de sus familias y el de sus propiedades, pero el estado alterado
qué le trae la droga a Firu, por la borrachera en receso le hace víctima y cómplice,
de un contexto de conflicto mayor, y así, desconocido de sí y de la gente qué
le vio, crecer. Perfila su arma cereándola
es decir afinando puntería, con las ventanas, y apunta a objetivos ya no
comunes, tendiendo a las ventanas, las abiertas, las cerradas, las cuales
tienen personas y las cuáles no. Los
disparos de los cuales ha alcanzado a soltar los ha puesto en el aire. El
ruido estruendoso de las balas, y la postura trasgresora del Firu, ha hecho ha
muchas personas llenarse de pánico, y volver a sus nichos, algunos de los niños
amedrentados por el terror, se hacen a llorar dentro de sus hogares, mientras
el joven drogado y contorsionado por el exceso del consumo de las diferentes
drogas, intensifica su mónoloquio. Repitiendo en constante. – O quien es el
pendejo que me va salir a la pelea, para llenarlo de plomo…- insistiendo - salgan pues-. pero
el objetivo había sido objetivado. ya en apariencia no quedaba ni un vecino en
las ventanas, puertas o balcones aledaños.
El pánico colectivo y el ruido de los
disparos habían llenado la situación de una tensa calma, la cuál apabulla la
hermosa mañana llena de energía, de la qué se esperaba, fuese la típica
colorida, mañana de domingo. Donde
desde temprano en la mañana sacaban la ropa recién lavada, a asolearse para ser
secada, donde las plantas tropicales en sus materas recibían agua, donde los
niños luego de la matiné del televisor salen con sus juguetes a las calles,
donde los jóvenes se dirigen a sus grupos cívicos o donde las mujeres se
levantan aun en pijamas hacer las compras matutinas y más para el domingo,
donde también los feligreses asisten a la misa más importante de la semana,
donde los obreros o duermen hasta tarde o se levantan hacer sus deberes de embellecimiento
en sus propiedades. Pero el ambiente se
había transformado a un estado lúgubre, la mayor preocupación era por el joven
ansioso ya así en los barrios del furor: quien así la hace, así debe responder.
El joven toma asiento en una de las
partes de la acera, donde puede ubicarse bien, a descansar. toma el arma
después de ver qué nadie aparentemente le observa, saca las vainillas de los
cartuchos disparados, y vuelve a recargar el arma; se queda meditativo por unos
segundos, guarda el arma en uno de los bolsillos del pantalón, y aun estando en
estado de sobre exaltación, tanto, por el suceso, cómo por el exceso de consumo
de drogas, luego saca de la parte de atrás de su bolsillo, un sobre, con una
sustancia alucinógena, se inhala con un par de pequeñas dosis, de aquel
venenoso o medicinal, polvo blancuzco, suministradas por la punta de una navaja
la cual guardaba en el bolsillo frontal alterno. Esto lo lleva aun estado de
intranquilidad inmediato, y de manera desesperada entra en un nerviosismo y evidencia
series de contorsiones constantes, mientras esto parece aumentar junto a las
morisquetas exageradas. Saca un
cigarrillo el cual mira constante mente antes de encender, así untado del
trágico polvo. todo tiende a ir de mal en peor, evidente mente /que más podría
pasar? / piensa, aunque en su
situación de distracción en un lapsus de alrededor 10 minutos, el cual no duró
mucho, ya que, llegan otros dos jóvenes, armas en mano. Y cuestionantes indagan -compañero, que pasó con la ¿chica? - inquiriendo de forma breve, con un arma de
esperdigones de corto alcance, un shotgun, o escopeta multipropósitos cómo también
se le conoce, que por el mero brillo, ya generaba nerviosismo. -¿nada por qué? O ¿que pasa?- Firu
haciendo de joven acusado, éntra en estado de pánico inmediato, y saca también
el arma de su bolsillo apuntando a quienes estaban al frente suyo. El otro joven en estado de completa calma,
frente a su postura. -como qué de que,
ha ¿de pasar? . Tranquilízate hombre,
que nosotros no peleamos por perras, más bien cóntanos cuál fue el visaje, qué
méro problema, que méro escandalo… usted sabe qué por acá hay mucho pone
quejas. - los chicos a Firu, persuadiéndolo
de forma concreta. -de buena, sí a lo bien es qué si fuera por mí ya le hubiera
bajado la cabeza a tanto sapo.- él
persuadido, baja la guardia e inicia entre contorciones, morisquetas e insultos
a desafiar los vecinos del sector. El
joven de la pistola le motiva para qué no insista en el escándalo, convidándole
a drogarse, con droga de mejor procedencia y de alto estándar. -ve mejor date un pase, trajimos un producto más
azaroso, es un cocaino en puro, y además nos vamos a fumar un porrito. ¿querés
acompañarnos? ¿Vos sabes quién los tiene? Es que hemos querido comprar pa´
bajar el viaje de la pasma en la mañana. - entrando en la “persuasión” el joven del
shot gun. y Así mira a su compañero con una pistola 9mm marca Córdova, con un
proveedor extra largo de 16 balas que está dando un buen poste sobre
entusiasmar a la “víctima”. Firulais, joven del vecindario entra en el juego,
se rasca la cabeza con la trompilla de su revólver y se sienta, pero vuelve en
sí y se para asustado - ¡pero que no sea de visaje!- en modo agreste. Así desmonta el gatillo, y
guarda el arma, uno de los jóvenes saca un frasco pequeño, lleno del apetecido
polvo y lo ofrece, bajando la guardia del arma, lo cual produjo una breve
sensación de calma al Firu, quien
continuaba en estado pánico, ido al de tensa calma, él coloca el arma entre sus
piernas, mientras sáca también su droga, quizá para combinar o intercambiar, ya
así en la serenidad consumada, toma la navaja para darse las inhalaciones, cuando
llega el justo momento, y está dándose la primera dosis, de su apetecido polvo,
ya qué es justo ahí cuando el joven el cual tiene el arma shot-gun se le
avienta y se la sampa en el pómulo, un trompetillazo con el arma, así de golpe
en seco, lo cual deja semi nublado a firulais, al tiempo, se le avienta el otro compañero, así el joven quuien
traía la pistola, en una acción inmediata, le alcanza a arrebatar el arma de la
entrepierna y le encañona asegurándolo, para que suelte la navaja. Esgrimiéndole,
-éstas, paila, vas pa´ la paila mocha, firulaisito, nosotros somos militares
expertos y no queremos paramilitares, ni sus crímenes en la zona- Todo
esto en un abrir y cerrar de ojos. Pero
el golpe había sido tan contundente, y en menos de un pardeo, en el acto
seguido, todo fue lucecitas y sombras para Firu, al punto, qué él
voluntariamente, con la cara rota, pone la navaja en el suelo, otro golpe, que
lo deja perdido del horizonte, y le recompone del estado de delirio, los
jóvenes se lo alzan, le propinan una serie de golpes y así se lo llevan antes
de que pueda llegar otro tipo de autoridad. -entonces la rata esa, se
reincorpora, cree que va a seguir haciendo lo que le da la gana, y sabe que…
tenés que respetar a los niños, a las mujeres, a los ancianos y a los hombres- y le sapan otro golpe. -compañerito, muy equivocado qué cree, que
nos va a azarar la plaza, ¿cómo te ponés hacer disparos al aire cómo una vieja
esquizofrénica? - aduce
uno de los tipos. -Acá no vas hacer escándalo, ni amenazar a los vecinos cómo
se te venga en gana.- Aduce el otro. - ¿cómo que vecinos sapos? y te pregunto a tí
por la plaza y de entrada ya sé dónde queda.-
Dista el otro, esto cómo sentencia de un golpe el cual le aturde hasta llevarlo
al flaqueo.
Justo en el momento en el cual se
llevan casi a rastras al joven, pasa una mujer robusta y fornida, con músculos
prolongados, la cual le mira directo a los ojos los cuales ya se le opacaban
por los golpes, que le habían propinado. - ves te lo dije- agrega la mujer de aspecto fuerte pero
femenino. La cual continúa hacia la casa de Ella. Mientras conducen al joven
con rumbo desconocido por medio de los callejones laberínticos, hasta perderse del panorama, tanto él joven
agredido, cómo los otros dos que le llevan a rastras.
V
Ella
consternada, al entrar en su pequeña casa, se sienta en un sillón, el cual
tiene dispuesto al lado de la ventana,
aturdida por el estado de shock y
la serie de disparos los cuales fueron tan cerca, atónita por la situación y lo
dificultoso de la problemática, ya esto
le hizo quebrar en llanto, después de llorar un poco, y oír lo acontecido cerca
de su vivienda, Ella decide hacer
oración para hallar calma, debido a lo tensíonante del suceso; luego bebe un poco de agua para así pasar la
penuria, la cual toleraba, los ruidos de la gritería y los demás disparos
le molestaban en demasía, ya ello sólo respondía
al estado de crisis de poder y representaba directa y concretamente al im-poder
el cual los vecinos vándalos tenían sobre la ciudad, la misma por la cual
ella había optado para realizar el camino al cumplimiento de sus metas. /Los obstáculos no podrían contra ella, y
menos contra su fe./ piensa mientras se encomenda a su Señor, no le apetece ni rendijear para evidenciar
cuales son los sucesos ahí afuera, por
un momento pareciese que todo se ha
aquietado, y nada será más de lo frecuentemente acaecido fuera de casa;
Las dificultades vividas por Ella ahora son una mínimidad o una real pequeñez,
con relación al evento desatado o así bien el cual sucede allí, ella enamorada
pero todo lo percibido está ahora tan
lejos, ya no puede retornar a su paz
habitual, y el enamoramiento ha sido sólo una mera ilusión del
vislumbrar a alguien quien en realidad tal vez ni exista, y menos para ella.
Piensa mientras siente un momento de
quietud. Y así decide asomarse por una
de las hendijas de la ventana la cual dá
a la calle, y para nada qué algo
hubiese cambiado, puesto qué ya al
momento el agresor en el estado de alucinación, enciende un cigarrillo, de la forma
más placentera del mundo, / ha, todo esto y después de arruinarme la vida/ piensa Ella, observando la escena donde la justicia
parecía estar más del lado del olvido al mismo lado de la realidad, Ella enfadada con la situación, ve al chico levantarse ofuscado arma en la mano,
y también vé entrar otros dos chicos en escena, los cuales ella nunca antes ha
avizorado, entran en una discusión rutilante y de jerga fuerte, ella prefiere
no estar frente al estado de discusión del entorno, y hace someramente, lo
mismo al resto de los vecinos, lo cual es dar la espalda a semejante problema. Ella en su estado de meditación y por la
depresión, más qué por el estado de desconcierto; se queda dormida tras la
situación, la dificultad ha sido en plenitud, debido a la tensión en creces
sobre su presente y sóbre su futuro inmediato, ya el pensar sóbre el qué hará,
le tiene conmovida. Ha estado frente al
peligro de perder la vida. Sólo un instante parece le ha salvado la integridad,
sólo fue el estar frente al peligro, una etapa breve, para así poder recobrar
su sentido de la importancia del estar, nada ha sido del vértigo, ni de sus
recuerdos de vida. Ella entre meditación
y divagación entra al estado del sueño, y se queda profunda en un ensueño el
cual le conduce hasta los días felices de su infancia en su pueblo natal,
nada le puede reconfortar tanto, nada; Ella
con su cabello extendido sobre sí, apretó tan fuerte la almohada entre sus
brazos, y así se quedó dormida abrazándole entre el pecho; el agua, la cual había
dejado, hervía en el fogón, silbó en la
olla tetera y le arrulló hasta hacerle entrar en otro ensueño más profundo, y
así en un hilo de sueños hasta perder la conciencia de lo soñado, hasta sumergirse en el onirismo puro, así el
sueño le pudo llevar de un espacio dimensional a otro y de allí a otro, fuera
de la conciencia del sueño, la condición del estado de agotamiento, por la
preocupación le mantenía fuera de sí; esto no era la razón central de
justificar un sueño o el quedarse dormida, mientras el agua en vapor seguía generando
sonidos en el fogón, la tetera le conducía a una realidad mayor, el silbido de tal
le había quitado la última fuerza, para no justificar su sueño; el
ejercicio le había quitado la fuerza a
manera de dejarla casi desvalida de sí, más la discusión y la serie de amenazas
a ella y al barrio, ahora le hacían sentir fuera, ésto junto a los lloriqueos,
con la nariz tapada por la congestión de la pena y ya no aguantaba la mucosa;
puntos de inflexión.
/Ella, feliz, con un vestido rosa, de entre telas blancas
con bordados de miles de detalles, llenos de figuritas, y de más de siete enaguas
las cuales le decoraban en bombachos hasta más debajo de la rodilla y los
bordes lindaban con las medias de bolero bordado, ella miraba constantemente hacia
sus zapatitos rojos de correíta, ella sabía ser la Mafalda de su abuelo, pero
ella no entendía nada acerca de quién era Mafalda, más seguía siendo ella quien
deambulara de un lado a otro, fuera de la casa del pueblo de su amado padre, en repetidas ocasiones le llamaba su abuelo
por aquel nombre el cual recordaba, pero aun así no era de ella; una vez
sonaba, ella lo recordaba dentro de sí y esto le llevaba a sensaciones de
extrañeza baja, era vertiginoso el nombre,
así resonaba pero carecía de una identificación lógica acerca de
el, esto ya llegaba al punto de
producirle inconformidad, el abuelo nunca ha insistido, y no ha sido pesado,
era la relación de ella con su recuerdo repetitivo, no había nada de proeza en lo sucedido allí,
pero giraba sobre el pasto sólo existían el prado, el cielo y la voz de su
abuelo, mientras variaba, y se sentía en su presencia, más allí no estaba, aunque ella seguía sintiéndole, él no quería
incomodarle, Ella no quería ensuciar su vestido rosa, ni sus calcetines blancos, por eso miraba sus
pasos entre el pasto, el cual crecía en
sus mayores vertientes, no más arriba de sus calcetines, mientras encuentra el
lago de su huerta frente pero lo evita, Ella cómo le llamaron en su casa a la
hora de bautizarle con el sagrado sacramento, casa donde los idiomas y las
palabras variaban, sólo hasta el punto de entablar razones para cumplir.
Ella no sabía sí su abuelo Alfredo, cortaría
el césped, ya tal se hallaba en el punto, de allí corría y a veces se perdían
sus zapatitos en el pastizal del jardín donde pasaba parte de sus más
recónditos y felices recuerdos, hasta qué dado a su ruta de avance, para no
caer dispone de sus manos hacia delante y pues, chas, no asegura que haya sido;
si enredo o desliz. Y pues al caer su pomposo vestido toma dos
manchones breves de barro, justo al punto de las rodillas, a pesar de no haber
agua alrededor en el sector y el suelo estar lo más seco, y ya así podría estar
para el raciocinio de alguien quien está fuera de sus cabales, la libertad de
la limpieza era en ella el amor a sí misma, Ella sólo había untado un poco de
barro a su vestido pomposo y rosa. Ella con su vestido al cual trataba de
salvar; no quiso correr o caminar, sólo llamar a su abuelo.
Y así estando en su recuerdo,
navegando, perdida en su conciencia lejos del ego, lejos de la identificación
material o del desear o el de querer algo imposible, lejos del miedo y el
alborozo habitual, encontrando sus razones mayores, sus razones primarias, sus
motivos y propósitos para ser feliz, para hallar su propia paz interior, la
felicidad era así la parte mayor de mantenencia del sueño, del cual luchaba
para conservar, hasta el ver a su vestido estropeado, el vestido embadurnado en
sus rodillas, untado del barro y cómo tal le despreciaba manchando su vestido
rosa, y le daba a la perdida de la pulcritud,
le entristecía y le llevaba al temor de haberlo estropeado y de ser
castigada por el hecho, su vestido era representación
de limpieza total. Su abuelo no estaba,
ella lo quería ver, quería qué oyera sus quejas, sus problemas, su penuria
mayor, ya todo se le hacía imposible, a causa de un problema resiente y no lo podía
resolver por sí misma, ya qué no entendía y buscaba remediar, anhelaba
resolver, así buscaba mientras se perdía entre la hierba, y en medida del
crecer del pasto, ya aparecían cadillos y flores diminutas, ella se buscaba y
se veía llamando, trataba de gritar pero le era imposible, los gritos eran
ahogados, la voz de su abuelo querido ya no estaba, los sollozos se perdían cerca
del pasto laberintico, mientras le cubría casi en totalidad, así reaparecía la
voz del abuelito y mientras le llamaba, oyó varios estruendos, reproducciones de
constantes aturdidoras cómo disparos, y
pues ella no quería caminar,
sólo sollozaba pidiendo o aclamando a su abuelo./
Ella despertó de golpe al oír la puerta sonar; sudaba
en frio, el cielo aparentemente dejaba entrar toda la luz del sol. Era ya casi
el medio día, el sol ya marca las diez en punto en la media mañana y perfila el
mediodía del domingo, Ella se repuso de sobresalto. Estaba envuelta en mocos,
no quería nada de sí, casi qué seguía llorando su sueño, mientras tal se
desvanecía, ella de memoria perturbada ahora por el ruido ruin y estrepitoso de
los equipos de sonido, los cuales, iniciaban a sonar las melodías del medio día
en el barrio donde ahora residía, entre mezclas de lo qué el silencio de una
pelea bulliciosa carecía. Su paz, no era todo, la puerta seguía sonando, ahora
también el teléfono se le sumaba, tódo esto junto a la tetera vacía soltando el
humo breve de las ultimas gotas de agua estas se evaporaban buscando quemar, pero
el agua sólo daba a humar vapor. Ella
disimula, - sí, ya voy- grita a la
visita que llama a la puerta y espera la respuesta; ya primero se centra en resolver el paradigma
diario del cual es presa, a ésto se le suma un par de zapatos en mitad de la
sala, estado de completo shock e incertidumbre. / ¿Quién será? - ¿que ha de
ser? - ¿qué harán de buscar?- talvez ya vengan por mí para una marcha
mayor-/ pensaba, en este preciso momento
sacó de sí, la mujer guerrera y practica que le acompaña en algunos momentos
breves he incesantes de la vida. Apaga el fogón, arrastra los zapatos a
puntapiés, hasta un punto muerto donde los alínea, toma unas chanclas limpias y
en orden, así cómo lo están sus uñas siempre, y además cuelga el teléfono para
no hablar con alguien, era una de sus primas de ciudad. Pero en el momento no
estaba para nadie, ahora se dirige a la puerta. Desde donde reclaman -niña
Ella, Soy yo, Juliana, una amiga de su mamá-.
VI
Nada
pudo estar más a favor que la tan extraña, tocadora de puerta quien bien le había
consternado a Ella; el toque constante y fuerte, en la última, fué también la
incesante preocupación por qué estuviera bien, pero la verdad eso no importaba,
la actitud de ella no era de preocupación realmente. Era porque no tenía un
contacto de uso frecuente del cómo contestar el teléfono fijo, carecía
completamente de llamadas nacionales o intermunicipales, así cómo tal cual, el
de abrir la puerta. La visita inesperada seguía tocando, Ella se dirige a la
puerta, escalas abajo, remueve el cuido de su amado gato, quita el pasador puesto de golpe, el cerrojo de tranca, más
endeble, que la puerta misma; así sí alguien quisiese entrar por la fuerza la
cascara de huevo hecha de puerta, lo hubiera permitido después de dos o tres patadas, no se
necesitaría ser muy rudo para sobrepasarla, está la puerta gris pintada con
pintura anticorrosiva, pero en apariencia, el latón hormado tenía más del
tiempo, sin recibir la mano de pintura a base de aceite requerida. La puerta
extrañaba el esmalte y su brillo, ya las pocas fragmentaciones, cual parches,
figuraban con capas caídas, las cuales mostraban al óxido cual al comején qué le había caído al hierro,
cómo carcoma. Aun no existen las
puertas de acero, para uso comercial, diría un amante de los cetros
encriptados, ni ahora, ni hace más de veinte siglos. El
matiz del gris mate, junto a las breves costras naranjadas del óxido comiéndose
o mejor dicho corroyendo a la puerta, a lo cual quizá el comején nunca hubiese
perdonado, eran sólo esto y una empuñadura de manija en arco al lado de la
cerradura y esta mantenía la puerta por fuera. Ya por dentro la chapa de la cerradura y un
pasador rudimentario bi-encaje, las estrías de horma en la puerta daban el
llamado del ruido cómo cuando se tiene el deber de llegar algún sitio, ya sea el eco en la calle
estrecha o sea hasta la última habitación.
Ella Después de quitar el
cerrojo, y la aldaba de la puerta, la cual se sostenía dentro por dos bloques
horizontales, adheridos al marco, era una lámina estriada la cual le recordaba de donde a donde, debía
abrir y cerrar, no era una puerta segura, ahora menos, nunca lo han sido las
puertas de este tipo, ella necesitaría una mazmorra en la torre de un castillo,
con cincuenta tropas cuidándole, lejos de jardines laberinticos y puertas
inderrumbables. Por fin abrió la puerta, después de pelear con los golpes qué
no pudo detener, ni siquiera a gritos, explicando o entendiendo del habría
alguien, /que yá abriría, que también entendía, que sí, que ya sabía quién era
pero, que no era la forma/, y quien sabe cuántas, razones más.
Todo parecía el previo a quien
sabe qué tipo de linchamiento o asedió, pero la mujer quien tocaba fuertemente,
no desfallecía, pues, creía qué todo no era para dejarlo así, además ella,
/sabía que la niña Ella, no debía cargar ni con el trauma, ni con el muerto. /
-buenas tardes niña Ella, soy Juliana la hija de doña Blanca, nosotros somos
familiares de su mama, ¿a usted es que le da miedo abrir o qué?- y ahí estaba Juliana, una joven
atlanticense de aproximadamente 26 años, mancuernas en brazo, de contextura gruesa,
ojos entre abiertos, con una acentuación fuerte y sorprendente, más por la
energía que proyectaba, estaba de chancletas como es muy común que
calce la gente de su región, Juli, cómo le llamaban en casa, con su piel
trigueña, tetas medias, piernas gruesas, unos chores pegados y cortos, traía
una especie de gorro el cual parecía mas bien un pedazo de media velada, el
típico usado por aquellas chicas, cuando
salen en busca de pelea, para evitar despeines o le entren los piojos de las
rivales, Ella no se dejó amedrentar, en ningún momento, por el aspecto tosco y
por la facha de guerrera. De esas que no
tienen tiempo ni temor, para emprender combate. -haber Juliana-, agregando mie ntras la ve con sus mancornas de ejercicio
- ¿y cuál ha sido la tocadera? Es que cree que yo ¿estoy sorda o qué? Eso era
si no tocar un par de veces cómo una persona decente. - responde Ella mientras
hace una seña de cortesía para que, Juliana entre en casa, y recibiéndole las
mancuernas además agrega. -bien pueda Juliana entre, para que hablemos, haber
que es lo que pasa.-.
Las escalas señalaban un camino íncomodo,
estrecho y émpinado hasta un segundo piso, éscalas con poca iluminación y en
obra gris. Ródeadas de ladrillos ocres, con un aspecto fuerte y rustico, para
el rostro tan delicado y tierno que proyéctaba Ella, además de su brillo en los
ojos, aunque médio tensionada, trataba de fruncir el ceño y miraba sin
discreción de arriba abajo a Juliana, la cual vacila antes de entrar. - no puedo niña. Tengo muchos deberes
iniciados, además sólo vengo a traerte un recado.- Al fin de tanto insistir
Ella, Juliana decide entrar. -Vamos niña
Ella, pero sólo el cafecito.- y así en medio de la preparación del café se
desatrasan de los tiempos donde Juli, cómo le llaman en su casa, conoció a
Ella, todo data de alrededor de quince años atrás, cuando Ella, tenía unos seis
años, en una vereda cerca de Adrianapolis, su pueblo de origen, sin embargo no
áhondan mucho en los persónajes los cuales coinciden, áunque algunas risas de
complicidad dejan éntrever sus hallazgos, pérspectivas o prejuicios, así en
menos de media hora ya tenían para sí toda una serie de encuentros y
descubrimientos en común, ahora era algo en particular, aquellas dos mujeres,
conversan, aunque la barrera educativa tenía un aparente lapsus entre una y
otra, es decir una utilizaba conceptos y palabras estereotipadas, y la otra en
su folclorismo usaba tan correctamente el lenguaje con el cual se daba a
entender, a plenitud, y así intercambiaban ideas y planteamientos breves. Era
la selva y la urbe intercambiando saberes, en plenitud; También era la búsqueda
de agrado entre el matronato simulado, donde la cortesía sólo existe para sí,
la conjunción entre la idiosincrasia y el cientificismo. Una de estas
representada básicamente por el ejercicio de habitar, de hacer de sí la estancia
y en el vivir la concepción tacita de recrear parte su existencia en la
simplicidad. Aunque en su concepción ya
había perdido en su libertad, la figuración, pero manteniéndose en lucha vivía
aun, aunque ya no para sí sino para el destino de su clan, mientras la otra aun
soñaba con la perfección presa de la belleza y las nociones de
sus caracteres con modelos, los cuales le llevan a redescubrirse en sí con una
perspectiva donde en sí misma, está su salvación, pero es su clan, quien sólo
puede mantenerle conectada a la realidad y así se encuentran ellas. En su
concepción sobre el descubrir y el redescubrir, la mujer interior qué lleva así
cada una, habla con la otra, el café esta sobre la mesa de centro, en la mitad
de la pequeña sala-comedor del aparta estudio, de acabados rústicos, esperando
por ser llenado de nuevo, cuando el chachareo pasa a otro nivel, ya es porque
se ha calentado la conversación y una busca la otra, para bajar el tono, la
palabra en el hogar siempre ha de ser más importante, lo desmedido de la
conversación, se ha ido antes de la bruma la cual despide el reste del café en
la taza. No hay mucho de iconología, y
ya inician a concretar temáticas, acerca del suceso previo. -Ellita, ¿sabes que
pasó ahí afuera? - pregunta intrigada
Juliana acerca del suceso. -no mucho
Juli, ha sido algo complicado, pero tú sabes, lo pasado, la verdad- trata de explicar mientras quiebra y rompe en
llanto Ella, Juliana quien le observa, desde un mueble al fondo de la pequeña
sala, y duda por vergüenza el pedir una segunda taza de café, y así vé la
situación de punto de quiebre, y cómo puede ser malintencionada una
circunstancia, trata de consolarle, y se acerca a ella con la taza en las
manos, la pone a un lado y la toma en sus
brazos brevemente, no más de siete
segundos, -tranquila comadre, que esto
no ha sido fácil para nadie, y esto ¡nunca se queda!, ¡así cómo así!- agregando - aquí y en la Patagonia ¡al otro se le
respeta, no joda!- finaliza Juli, despidiéndose
de una manera formalista, dejando atrás la posibilidad de una segunda taza de
café y así se dispone a partir. Ella
en medio del acto, toma la taza y le pide de forma amable que se tome una segunda,
mientras las lágrimas le tras dibujan el rostro. - no mija, aquí no fue, no vaya a ser que me
eches lágrimas en el café y ya no me sepa a dulce y qué además me recuerde a la
mar, al sol, al vallenato y a las andanzas mías en la costa, y ahí ya seremos
dos quienes lloremos, niña. - en
medio de la situación dificultosa sentida por Ella, saca energías de adentro y
del sentido de humor, propio del litoral, Ella sonríe y agrega, - no prima.
Pues. Tampoco. - y Juli ni corta para
reírse de la situación. - eh ché, pues
mira tremendas pepas de lagrimones. Vas a inundar la casa.- ; -tampoco exageremos pues, qué situación tan
constérnante, a lo bien, además mirá que yo no hice nada, sólo madrugué y pues
les dio por joderme, y yo pues nada, de nada, de nada, y había un tipo todo
guapo que me defendió, y ya cuando subía del parque, me salió un vicioso de
esos que mantiene haciendo escándalo, pues me estrujo, muy maluco… porque pues
a una no le gusta molestar a nadie, y una no se mete con nadie, yo me alcancé
a… escapar, pero de todas formas amiga.- ;
-ve y eso y aja? Que vaina tan
jarta, tan mamona, que situación más chata la que vimos, ésta mañana me agarra,
el primo Ernesto, y me relató algo por el estilo, y el sí cómo que vio alguno
ardido, porque me dice, pilas, y me pregunta por ti, y te describe, el dice qué
tienes mirada cómo de la familia, y yo qué madrugo averiguar y pues doy con la
situación, y pues qué claro qué eras tú, y ajam, y hablando con la tía Marta,
escucho los disparos. Y aja! Que ya tú sabes el resto, pero al desgraciado ese
se lo llevaron a rastras, mi vida, y qué no joda, porque le va salir cara, que
respete a los López, no joda. - agregando
Ella -y a las López. - y así ríen en
conjunto, aunque no tan en coro, debido a que el llanto pseudo humanista le
vuelve a ella, por la situación. -Tu no, mejor quédate en casita, mamita una o
dos horitas, descansa, y recuerda comunicarte con tu mami, que te quiere, ver
bien, y pues ahorita pasas por donde tu tía Marta qué te quiere ver también.-
Ella entre el mar de dudas en el cual había quedado gracias a la situación
anterior, cuestiona, - claro, yo sé que es difícil, ya que yo no mantengo en la
calle, ni visito gente, ¿pero que querrá la tía?- ; -pues no te preocupes mamita, que eso de
no visitar a la gentuza está muy bien, pero lo de tu tía si mínimo será una
juetera por desacomedida y desatenta con la familia.-; -¿juetera? Y yo ¿que hice de malo? - ;
-olvídate de ello, era un chiste.- entre carcajadas agrega Juliana - ¿no te parece nada de malo negarle el
saludo y la mano a tu primo 4to?- hasta
ahí fue un problema, ahora todo pintaba diferente, esto mientras Juli,
abandonaba y se fugaba levemente por las escalas, casi sin despedirse,
imprudente cómo las mujeres que habitan en su nada del quehacer, quien en sus
labores se nutre del otro, pero se dedica aparentemente sólo a los oficios
correspondientes. Ella mira la escena de su sala que se hacía
inmensa, ahora cuando vuelve el silencio interior, ya después de vuelta la música no cesa la estridencia de la mixtura de una música con otra, así
mira la escena y hace un balance sobre la visita, ya /Juliana dejo la marca su
culo inmenso postrado en el mueble/, se tragó hasta tres tazas de café, y movió
cielo y tierra además le sacó del sueño tan placentero, al punto que no
recordaba a ciencia cierta, cual fue lo había soñado; Ella, Ahora sólo piensa en reponerse para la
cita, pero antes una llamada la cual tiene postergada hacia su lugar de origen
y vida.
Entre
el poco maquillaje el cual suele usar, además de lo sencillo, se entrevé una
mujer quien sale de su pesar, y restituyendo su postura de mujer, al momento, ella
aun siente un poco de dolor en el hecho, pero la visita de la trabajadora de su
tía, le ha llenado de moral para poder continuar, además el anuncio del
reencuentro con Félix Ernesto o Efe, cómo le llamaban en su casa, ella
enamorada de la vida, y el vacío vertiginoso, de qué sí era él, y del hecho en
la puerta de algo, las mariposas en el estómago se habían alborozado con
alevosía, no querían cesar, no se dignaban ni se disponían a dejarle pensar en
otra cosa, casi media hora tomando nota de su orden del día mientras se organiza
para la cita de sus sueños, más el visitar a Marta su tía, donde sólo había ido,
menos de cuatro ocasiones en los dos meses, los cuales llevaba viviendo en el
barrio, y aunque para la gente del vecindario seguiría siendo una habitante
nueva, ya en un par de meses nunca equivaldrá a una vida en las mismas calles y callejones, de toda la vida, ella toma el
papel usado de taco para notas, y de su bolso, sacó el número de su agenda por
la letra M de María o mamá, lo tachó en su hojita, y hace un cuadrado perfecto
y sin más, salió con rumbo, a una cabina telefónica la cual estaba cerca de la
calle principal, por donde pasan los vehículos.
Al salir a la calle no recorre ni tres casas,
y una de la vecinas quien vive cerca, la cual observaba por la ventana hacia la
calle, le hace un gesto de agresión no ofensiva, en potencia, signo de
advertencia, y le llama a responder y a qué le espere mientras tal sale, Ella
queda estupefacta, pues no sabe qué rumbo tomar, dado al hecho de impresión,
así guarda las llaves y demás artículos de mano, en los bolsillos de su
chaqueta de jean y se cruza de brazos, pasan no más de 10 segundos mientras la
chica abre la puerta de par en par, y la joven, rubia, delgada y de ojos
claros, con una delgadez tan extraña cómo bella, se pa
ra
de frente. Con parte de su ropa de casa, más qué sexi luce insinuante, unos
shorts de licra y una camisa larga, ya al alzar alguna de sus manos, se le
demarca la sensualidad la cual le habita, además con las uñas de los pies con
una pulcritud, limpieza y brillo, denotantes de impecabilidad, mientras da sus
puntos de alegato afuera planteándole a Ella la culpa tras el asedio a su
amigo, desde dentro de la casa le insultan y le obligan a ignorar el tema, era
justo la casa donde afuera Ella fue persuadida, nunca más a la persuasión implantada.
-parcerita, olvídese, qué el visaje ese, el cual estas poniendo, de: ¡hay qué
pesar de la pobre víctima, se perdió en el camino de madrugada! - aduce
de forma gritada, la delgada rubia quien en apariencia no tiene más de diecisiete
años de edad, aunque su discurso estaba planteado con sus gestos y ademanes de
alguien mayor y de cercanía al bajo mundo, así demuestra todo lo contrario y
más por el brillo de sus ojos. - es que
no crea qué por qué las perras madrugan no defecan, y pues al parcerito le pasa
algo y usted responde- al tiempo un
perro asoma su cabeza observando el escandaloso debate de onces -que pena
compañerita, me disculpara, pero no tengo idea de lo que me habla, ¿está segura
que fui yo la del problema?- responde Ella aireada. -a no entonces quién?- cuestiona la joven -Andrea
problemática, que te entres pa dentro o te entro- grita
una vos mayor desde adentro de la casa, Ella observa y responde agresiva pero
sensatamente. -pues, ¿cómo qué de quién?
Mío, tuyo y de cualquier mujer vulnerable qué no tenga por donde más pasar, mas
por este camino el cual hace de antro, para los insensatos, porque, qué beban o
fumen, no es problema, pero el abuso y la tolerancia al dolor y la frustración
eso si es un problema, para vos, tus hermanitas o primitas o tus futuras hijas
tempranas. - ; - ¿mis qué? Por
favor. - ; -por favor nada, ahora el
problema es del problema. Y que le vamos hacer. - a
Ella se le aguaron los ojos, pero de su frustración humanista, sacó fuerza del
mismo sentido de pervivencia y agregó -pues ahora el problema es de tu
compañerito. Y esperemos que pueda él solito, remediar lo que causó.- a Andrea cómo le llamaban desde adentro le
brillaron los ojos y sin argumentos espera su próxima cuestión pero no le fluye,
fue allí cuando salió una mujer un poco mayor con aspecto de mamá y con una
pinta parecida a la de Ella sólo que con no más de 15 años de más, - Andrea por favor te he estado hablando, qué
déjes a la vecina nueva en paz, la pobre debe estar más preocupada que nosotras-
mirando a Ella pregunta. - es verdad
niña, no le preste atención qué a esta niñita, si le gusta lo qué nosotras ya
aborrecemos.- y así Yadira la madre de Andrea toma para sí el deber de dar
orden a la joven la cual está a punto de salirse de sus cabales, el dilema
mayor estaba apenas a punto de iniciar, pero la persuasión de Ella le había
evitado un segundo plano, al planteamiento de problema mayor o de problemón, así
en ese momento se acerca demasiado a prisa un joven con un arma de largo
alcance, un fusil de dotación militar con un proveedor extra en la mano de
apoyo, se acerca tan aprisa; todas se
congelan, excepto Andrea quien se queda con la boca abierta de admiración he
impresión, así continua la ruta, todas blancas, pero ahí la palidez y la
suspensión del tiempo, se nota a leguas, el joven continua la marcha en trote,
acercándose cada vez más hasta donde están ellas, la punta del arma objetivísa
varios puntos, el joven hombre, evita la mirada directa a ellas y continua acercándose.
VII
No
hubo tiempo de nada, el temor se apoderó de ellas, solo Andrea continúa sumida
en la emoción vertiginosa de ver un arma, es el poder quien camina hacia ellas.
Andrea
ya no piensa, ni en su madre y menos en la vecina quien ahora conciliaba con su
madre, y además le había convencido bajamente sobre el hecho tan implícito, era
la vida a través del poder lo visto en reflejo el arma se dirige hacia ella, Andrea
se imagina así y con tal poder en sus manos, quizá podría ser así la dueña absoluta de su pequeño
mundo y podría ejercer poder, ejercer mando, ejercer dominio, y todo a través del
espanto, el terror y la manipulación; el todo ya no sería tan fácil, era simple,
no tenía que hacer nada más qué desasegurar y halar un pequeño gatillo; la
facilidad de tener el control por medio de las armas, acabar con los chismes,
los problemas, la pobreza, el hambre; y todo esto matando a los chismosos, al
pobre, al hambriento, al desamparado, sólo asesinándolos y viéndolos morir se
terminaría todo, todo su sufrimiento, todo su dolor, toda su hambre, toda su
envidia, y así repartir todo equitativamente con los suyos, pero para ella lo
mejor, /meterle temor a las demás chicas, la pelada vecina, por muy estudiosa
que hubiera sido, se hubiera paniquiado del sólo ver un fierro de ese porte./
pesaba Andrea entre su divagación y ensimismamiento, al ver un arma de alto
alcance en manos de un civil, quien corría, hacia ella y la puerta de su casa, quizá
sólo viniera por el hecho de entregarle el arma, y tenerle para sí; los bataholas
de los estruendos, de un material bélico el cual aterra, Andrea no le temería a
los aturdimientos, ni a los truenos escupidos por un arma de ese tamaño, Andrea
soltaba baba y había quedado boquiabierta viendo un arma tan perfecta, grande,
aturdidora, masculina, todo un falo inmenso sostenido por un macho ansioso y
sudoroso, -una pasta- exclama Andrea en una vos demasiado baja, y lo hace demasiado
lento, demasiado escurridizo, demasiado viscoso, demasiado para sí o para él arma
y su portador, ya el individuo había perdido el poder de ser él, y ya, en un
instante, era objeto de admiración, sostenía todo, el póder de podér ejercer
dominio sóbre quien quisiera, eso desasegurado, ya no tenía mando, ni orden
mientras escupiera balas, balas asesinas para asesinar a otros, balas
silenciadoras las cuales silencian bocas, tapan hambre y diezman la crueldad,
apagando el fuego con fuego, el fuego dominando y comiéndose a candela las
cuatro esquinas del mundo tan pequeño, Andrea sola con un arma de ese porte y
calibre, con un arma de esas y otros dos proveedores se podría comer el mundo
entero y acabar con el dolor, la envidia, la gula, la avaricia, asesinaría
todos los bastardos a su paso, pero no salvaría a nadie más qué así misma, su
mamá nunca sería un objetivo digno de su arma, entraría a la hora qué quisiera,
haría lo qué se le vendría en gana, no necesitaría robar, sólo era pedir lo querido,
y era de ella, un arma la cual silencia, la cual aturde, la cual habla, arma en
muestra y significancia, la cual denota y determina hechos o acciones, mientras
destila poder, ambición, fortuna, gloria, guerra… Esa arma era para ella,
imaginaba Andrea mientras veía al individuo sudoroso, al trote con un pantalón
semi ceñido, con una camisa de manga larga, con una gorra ocultándole y no develándole
la identidad, un guerrero quien no miraba a nadie, pero la había visto por
menos de un segundo a ella, directo a la cara, y el arma ni le apuntaba con
fuerza, era suave cómo el amor sentido por ella en su apasionamiento, y se perdía
de apoco por el mundo el cual le expulsó del colegio, esa arma le podía
devolver la gloria de estudiante y quitar la suspensión, era justo lo necesario,
cada paso fue lento, plausivo, suspensivo, en microsegundos, Andrea, mira cómo
el tipo se acerca, mientras, de mero impulso, acercó el dedo índice a su boca,
no aguantó la tentación de ver entre sus cabellos completamente lacios, el
poder ejercído por el tipo del arma no sabía para donde mirar, sólo debía
mirarla a ella, pensaba Andrea, mientras se ilusionaba con el arma, la cual le
debía ser entregada, /esa arma es mía/, pensaba /va a ser mía, yo voy a
mandar/, /todo el poder será mío/ pensaba Andrea, desalmándose, y viendo, se
excitaba de saber qué esa arma asesina, seguía caminando hasta ella, con
simples y vertiginosos pensamientos, lo
cual posiblemente no sería así, pero luego le volvía la ilusión en los
pensamientos rápidos; así erguidos al pensamiento femenino de una niña la qué
maduró a la velocidad de crecer en los barrios, provenientes de los pueblos y
así de rápido las comunas se convierten en ciudades, y estas ahora no pueden
crecer tan desmedidamente, aun así ya suenan en las temáticas, de esas de prevalencia
así temáticas de metrópolis o
megalópolis, Andrea sigue visualizándose entrando a un bus sin tener qué pagar,
dado al portar para sí un fusil, tomando lo querido ya ella por poder de
control era la dueña, /que bien que se han callado/ el pensamiento más fuerte
luego de: /me lo va a entregar/ así pasaba por la mente de Andrea, sin pensar
el sí debía entrar de inmediato, sin correr demasiado, y no tenía más remedio ha
poder tomar el arma para ejercer control y mandar, y poder hacerse rica, aunque
no podía hacer más, estarce quieta, porque por otro lado, el dueño podría
abusar de su poder fijo, y allí sólo le quedó exclamar de placer, -¡Que pasta!-
y así Andrea en aquella situación fue lo único que dijo.
La mamá de Andrea no vaciló en estrujar
al perro para dentro y se quedó en el acto, observando y cuestionándose, el cómo
un chico tan joven portaba semejante cosa. El espanto fue, ver la situación tan a prisa,
y el arma que refleja tanto poder, puede hacer tanto daño, cómo con esa misma
arma la cual lucía tan formidable y tan protectora, habían pasado las balas esas
las cuales habían dejado a su hija sin padre, y lo había puesto en las largas
filas de desaparecidos las mismas, qué encabezaran al país en la lista de los
más violentos del cono, y no sería la
misma, pero sí era un arma, de las mismas las cuales exhibía en una foto en la
sala de la pequeña casa, ésto cómo recuerdo del padre de Andrea, cuando estuvo
en el monte, y aunque sin camisa más que un rambo, bien parecía parte de una anécdota,
fúera del ejército, del cual siempre hiso parte, Rubén Esneider, el padre de
Andrea. Yadira, había tomado una repulsa fuerte, por
ese tipo de herramientas, por ese tipo de elementos pára hacer la guerra, para
asesinar, para cuidar, para generar introspección en las personas, a causa del
poder exagerado y mal habido, ella en su penar, pensaba en las dos chicas, tenidas
al frente, y cómo en el conflicto siempre hubo víctimas a sus medidas y anchas.
¿Qué saldría en los periódicos sensacionalistas?, datos sobre tres mujeres
puestas y asesinadas a la puerta de una casa, ni el perro lamería sus
repulsiones, ni las listas definirían completamente sus lugares, sus vidas, sus
orígenes o sus sueños, por ejemplo; el sensacionalismo tomaría fotos del lugar
y el pormenor cuantificado, no daría nada cómo resultado, frente a la
verificación de los datos de víctimas de la historia del conflicto, las muertes
pasan a menudo, a convertirse en datos y los seres difuntos dejan de ser
personas, para ir convirtiéndose en almas muertas, quienes ya no sirven
siquiera a sus empleadores, la obsólencia de la totalidad se pierde
constantemente, cuando, el individuo se convierte en una cifra de menos, ya no
suma, pues lo restante, tiende a seguir siendo parte de una cifra en resta,
siempre tenderá a restar, ya siendo un numero positivo, vuelve a cobrar valor
pero un número de muertos no tiene valor, ni utilidad, /!tres, mas¡/ ¿de a
cuantos tres están siendo enterrados o desaparecidos?, las armas hacen parte de
la peor inventiva, nada sería tan importante cómo la vida, el arma la cual le
quito a su marido, no estaba entre una cifra muerta, no pensaba ya en su
marido, él estaba muerto y punto, la culpable un arma, aunque en sí la razón de
la maldad sin la pretensión del asesino es nula, ósea el arma nunca tendrá
maldad, por sí misma, pero el individuo quien la acciona es peor a la pretensión
debido al agravio, el crimen o el terror. Su vida y la de su pequeña estába del sólo
depender de un ráfagaso, ya a esa
distancia eran simples mortales, / la vida pierde valor; la sangre se lleva
otras tres víctimas; el fuego írresponsable; mala puntería; asesinan mujeres
pero no bandidos; otro femícidio y no por amor; el dolor de los criminales, el
dolor de un barrio; la triste verdad del conflicto. ¿Cuántos posibles titulares
para un hecho? / cuantos pensamientos acerca de lo ásido y estándo, ¿tan cerca?
Cada paso del hombre hacia ellas, era un paso de la parca más cerca de él al
sitio y otro de ellas fuera de sí, la identidad de la joven igual al de tantas
chicas quienes entraron al barrio, y nunca más salieron; mientras la observa,
se encuentra con la mirada de Ella, en un instante escurridizo, y se le eriza
la piel de creer qué una vida así podría estar en riesgo, ya el brillo de sus
ojos, le advierte tranquilidad, y al tiempo le preocupa, ya las dificultades de
la sociedad actual, los crímenes los cuales abundan, y el par de jovencitas, vistas
por la mamá de Andrea, eran parte de sí, pero no completamente ella, aunque
bien podría ser ella misma el reflejo de lo acaecido, el camino le conducía
hasta donde había llegado, ya ella no era completamente, así fuese íntegramente,
y así aún importunando, continuando, siguiendo y más siéndolo; era una
dificultad menor dado ah en cualquier instante la irracionalidad del fuego en
manos de cualquiera, podría pásar factura.
Las dificultades propias no han
sido iguales a las del reste de personas, pero la guerra reclama por igual y
desmedidamente. El matiz del
empabonamiento, del arma, caminaba consecutivamente hacia ella, no era capaz de
mirar al joven quien transportaba el arma, a la cara; pero estaba observando
todos los movimientos, aunque en la brevedad de la eventualidad, todo
suspendido por el temor a un suceso desfavorable, y tal pudiese afectar la
integridad práctica, el evento así tal en el marco del transcurso de la mañana,
tenía desconcertada a la señora, quien se había enseñoreado joven, y por la
construcción del futuro de su hija ya había perdido para sí la serie de
apuestas, las mismas en acción y de sí tenía para el futuro propio, pero en la construcción
de lo creído cómo adecuado, llevaba para sí y para lo tenído por delante, igual
a algo mejor, lo de siempre amado, o lo qué ha sido de sí, era más de lo esperado
o dado o por dar, frente a la realidad de la perspectiva en desarrollo de un
ambiente hostil ya por la frialdad, había perdido el matiz, y ella aún seguía
buscando, la sazón en sí, de su “monde”, no era la misma, ella siempre había
así esperado, aunque la solvencia del esfuerzo podría tardar, el resto de la
vida la cual aún le quedaba, el deleite y el afán de la efusividad de lo vivido
no parecía haber colmado, pero la vida misma, esa la de la importancia
explicita, era tan fálica tan váhlica, desde el belicismo y la beligerancia; se
podía perder. Y ya nunca compensar, pero, de eso nunca se ha tratado la vida. –
como que pasta? oigan a esta; pa´ entro andariega. – La madre aguza a Andrea,
su hija, en el embeleso, que indetermina la situación, dado a la preocupación
propia, por parte de la Madre.
/Se calentó esto/, es lo único, lo cual, se le escurre por la mente tras el fugaz,
pensamiento de /¿que será lo que acontece?/, En cuanto a la situación el
continuar viendo a jóvenes o hombres armados, y de civil, le traía ah sí
momentos de introspección. Para Ella
era común, a altas horas de la noche o en plena madrugada, se escucharan trotes
o pasos continuos, el flujo de gentes en acelere, no era desmedido pero
sucedía, aunque con el repique del azore, si surgía cierto distintivo, el cual
por lo particular ya ocasionaba cierto aire a preocupación, Ella no quiso mirar
la situación de frente, no encaró al hombre armado quien dirige los pasos hacia
donde estan ellas, Ella quiso tratar de ignorar el suceso, ya lo cual debía de
acontecer en caso tal, fuese así, no ha sido con ella, así fuera implicada. Ella sólo pensaba en el problema anterior y
esto ya le ponía cómo marca, el haber sido causante de un suceso mayor, por la
preocupación de las dilemáticas, sólo podía mirar a las compañeras a quienes
tenía al frente, y observar su comportamiento cara a una situación tan
inquietante, tan preocupante, tan peculiar; era sólo la forma manifiesta del
suceso, lo cual le preocupaba en sí y ya dos situaciones de alta preocupación
en una sóla mañana; no era posible, y no por el qué dirán, ni el cómo salir del
problema directamente, o sólo en saber el origen de las armas esas las puestas
en acción y ahora le apuntándole, y peor aún se dirigían directamente a ella,
quizá los pasos del verdugo a ajustar la irreverencia hacia el mal, porque la
insumisión a la catástrofe, la desobediencia al forajido, la contestación al
abuso o la explotación, sólo le podría conducir a un mejor estado, puesto qué
el saber y tener la actitud y el criterio para hacerlo en el momento y a quien
y en el lugar adecuado, pero el asunto de control de la voluntad propia en sí
tiene límites. El límite, siempre
conduce, a la frontera propia, ésta da delimitaciones de importancia
previsible, el verle a Andrea, una joven quien siempre estaba ahí fuera de
casa, de su casa, en su rebujo constante de la naturalidad de una niña quien se
descubre cómo mujer de apoco, en la cual eran normal los juegos de seducción y
brusquedad con los chicos, pero en su etapa de desarrollo, esa en la cual
rondaba su edad y la precocidad, del crecimiento cuasi obligado, iniciaba a
presentar las marcas del desacato en la casa y del abuso del contorno social,
pero cuando las marcas duelen, se hacen en parte y compañía, el corazón se
desestabiliza constantemente, ella en su dolor de quien se marcaba en la primera
etapa cómo pasional, veía el arma con el pacer del conjunto, se lleva el dedo
pulgar a la boca, con el ansia de la venganza y se apaña el vestido, con el
dolor de entender por medio de otros lo cual conlleva el remordimiento, la
justicia no sonába en término de exactitud, Ella percibía que Andrea aun no
llegaba a los 17 años, pero en su mirada el deseo pasional confundible le
impulsaba un odio de más de tres décadas de sufrimiento, ya conocería de
calles, pensaba Ella, cuando Andrea estregaba sus manos en aparente sudoración
contra el borde de la camiseta doble X la cual le hacía de vestido, sobre sus
piernas delgadas, y la contorción de su pie entre una chancla y la otra. La
otra actitud de sorpresa, traída por Ella en sí, sobre, la de la resignación
permanente o de la costumbre desmesurada ha sido la Yadira, madre de Andrea, quien
en un instante fugas encontró la mirada de Ella, en el momento donde una vista
choca con la perspectiva de la mirada de otra, en ese instante Ella obtuvo un
poco de tranquilidad pero la resignación derrotista de la señora inmóvil, le
hiso entender, sobre sí ya nada podría pasar, pero, todo se hacía de inesperado y así en cualquier
momento se podría iniciar una lucha, no contra un arma la cual las tenía contra
la pared y con la actitud de no poder defenderse, si no una lucha contra la
vida y la muerte, y así, nada se es. En la determinación, observa la casa de
las dos mujeres, cómo en el horizonte, previendo parte lo cual sería su vida, péro
ahora ha decidido ser. Nada sucedía y así vuelve a mirar. El
hombre demasiado joven, para portar un arma de un calibre tan denso, además la
proximidad le asustó demasiado, y ni se inmuta sobre la situación, tal vez en
la proximidad, perciba y precise, la imposibilidad de objetivación sobre las
posibles: victimarias/victimas, esto ya le trajo algo de alivió, aunque la
preocupación por la cercanía del arma no le calmaba completamente, así como a
las chicas, cuando paso el joven tan cerca, ella confronto la miradas de sus
vecinas, sin importar ya nada, Andrea seguía embelesada, tras la exclamación
esa, al ver el arma casi tan cerca. Ella, pensaba, /es que acaso esta chica
nunca ha tenido un arma en sus manos.
Ella agrega mirando a Andrea constante y detenidamente,
-oye, es que ¿no ves que es un Arma?- a
lo que responde Andrea. -sí y qué? -. Mientras
la mamá de Andrea le regañaba el asunto, Ella ve al joven con el paso constante
alejarse de la vista, a lo lejos entre los callejones, por el sentido
opuesto de donde se llevaron al joven
abusador.