V
Los avisos
luminarios colmaban las calles, Tokio era un cruce desigual, los alumbrados públicos
decembrinos de Medellín se habrían visto angostos, Manhatan en la 7ma avenida
de wallstreet no invertiría en tanta luz, Nevada era furor comparado a la estética
de la representación, así ni la torre ifel con el campo Elisiaico de Paris iluminado,
o Medinna para la noche del heid Alhja desplegaría el fulgor, siquiera el Támesis de Londres alumbrado no dilataba
la mitad del centro luminoso de Washington, un nubarrón de luminosidad cual
monte lunar, o pirámide volcánica, o centro de pastizal reflectivo, avistable
desde el cielo litosférico, las mejores marcas de ropa deportiva, los mejores electrodomésticos,
logotipos de marcas de automóviles, brands de Beneton, brands de Piccus y brands
de Forex, todo en un escenario para la mercadería al punto de galguerías, chucherías
campestres y demás artilugios de las modas, los plasmas, neones y alógenos, el
candil de la luz incandescente, se superponía en la entrada del post center, el cual iba abriendo de ápoco,
un mercado del extrafalarismo el cual se iba transformando en un centro
internacional de comercio y negocios, ya aparecían más mercados, estanterías,
vitrinas y por supuesto edificios de cristales enormes, el capitolio con los
reflectores, el teatro en despliegue, el obelisco cómo fuerte de grúa señalando
al cielo igual a Excalibur esperando a su Artur, rememorando el inicio de Egipto
entre la campana y la torre, la botella de un diablo puesta al ojo de la aguja,
mas el reflejo en el lago Lilcoln la torre de Seattle, los dúplex iluminados
hasta mas de media noche anunciando al mundo la llegada, quizá la victoria de
los cátolocos sobre el lomo de los reptilianos, el Estrasburgo italohungaro, los
samoyedos de los Sunos, las tropas del KanhishKhan en la lista de las
conquistas Atilanas y Olmecas, el despilfarre del palacio Griego a lo alto de
la roca, en el medio, allí el mundo había puesto una huella pero se definía en
marcas de intercambio, el tlc estaba escrito, y la punta indicaba a la luna,
los cristales aumentaban y el frio de la calle de humedad en seco por los vapores
reflejan el frio diamantado del hielo dominante, era imposible conducir sin
rafting, sin rapear, sin deslizar, el conductor miraba por los espejos y cristales del ziker al viejo, quien en
su mirada tenía la tranquilidad de haberse salvado del asalto, con los ojos encharcados
no sólo por el hecho, agradecía en gestos, uno por el suceso situacional de solvédad y dos
por la cara de sorpresa de los dos jóvenes al ver la gran ciudad a la vez de dicke cual yunque de hincapié
con una iconología contraria al vector mediático, además del factor sorpresa en
el declive de las luces por final de temporada, a tal altura ya nadie se
sorprende o admira los bombillos, era obvio, la ciudad respiraba un aire
extraño, la bandera en signo de dominación ondeaba al fondo, los jóvenes sorprendidos
no paraban de abrir los ojos ante el deslumbrante y luminarioso dominio imperialista, pero
replicaban sus cuestionamientos, nadie les oía, la soledad del fin de invierno,
el frio del tránsito estacionario, el solsticio de primavera estaba lejos aún;
el viejo, pide ser acercado a su vivienda en uno de los edificios cercanos a
donde deambulaban, ahora estaban por llegar a al sitio en una ciudad trazada
y regida por el compás pendular, por la escuadra, en los trazados de las dos avenidas se mostraban
en gala, el nio nio y el geom, allí al final de la etapa fría, donde la soledad complementaba, aunque los
andenes rebosantes de automóviles, y los negocios al tope de gentes solitarias pero en grupos indefinidos, el edificio modesto esperaba al viejo quien departió
su whiskera con el grupo, aunque sólo bebió de ella el pintor de grafitis; llegados la
puerta de un edificio frío de acabados simplistas, pero en elevación inmensurable, el buen hombre dejó un par de tarjetas y la cuota del pasaje, quería luego salir con ellos, el
viejo volvía de una cena familiar cuando fue interceptado, eso fue toda la
conversación, más de casi nada, habló en el camino, mientras al final daba una cordial
bienvenida, pero al tiempo se despedía.
aunque
los rateros y el taxista reían de avaricia, por el botín de guerra, ya tenían una
proveeduría a menos de seis calles donde dejar todos los objetos adquiridos,
allí los botines, eran redirigidos y el tiquet de estadía bien pudiese
aumentar, y sabían que bien en la entrega habría compensación, era la elegancia
misma de los guetos de Genoa y la saturación de los mercados de plaza de
baratijas en Estambul puestos en el
color exuberante de black market de Osaka,
el barrio chino, era la vida nocturna del puesto de Hooper, era el underground
vivible de Washington, tampoco es el Bronx, pues hay entrada siempre, al Bronx no
siempre hay entrada, pero en este centro de negocios bajos lo único que no había
era la salida segura, y era allí mismo en “la considerada” la ciudad más segura
del mundo, con la lugubridad propia de un mundo de tiendas con vida dentro,
pero con la vida perdida, donde unas cuantas mujeres posan para su negocio pero
con gabán y sacos grandes casi con mascara y extraabrigos, no dejan nada entre dicho, donde
los cafés guardan hooligangs, pero la guardia de las esquinas los mixta, águilas
y felinos de todo tipo, reggae y rock and roll, los harlistas también se
guardan de las lluvias, el tránsito estacionario define que la lluvia leve
puede volverse hielo, y obviamente nevar en cualquier momento, dos vueltas un café
de autoentrega para donas y café, típico staarbucks con termo para pasar un
poco más despiertos la noche, el café claro pero de buen aroma y sabor, un poco
acido pero brumoso, también cálido, las donas de mixes, la caja combinaba los
roscones clásicos con mieles y especias y caramelo y chocolate, el color se
ausentaba, pero el azúcar y las cremas simples engalanaban, la calle de acera
corta, mostró el sitio el taxi driver; se a orilló con su turbante,
aceleradamente, movido por la noche, toma sólo una prenda extra por encima de
la chaqueta, la nbc suena duro, el mix de reggae y hard rock, limbiskit es lo
mas rap en la radio estación, el conductor dejó sonar la campana de la puerta,
la puerta con la presión del auto cerrado, retumba, la calle por fuera hacía
una saturación leves de sonidos, muchos negocios ya habían cerrado, las antigüedades
en una vitrina vísta cómo estantería en una ventana, menos de cinco minutos y
antes de terminar my way e iniciar one dólar de nirvana, el driver tax ya
estaba en el taxi, traía un poco de perico colombiano todos se inocularon, el
pintor no podía luego con las donas pero se bebía todo el café, e insistía en reír
y pedía cerveza, una lata extra de laca montana colors, ya tenían pastport, el
reporte dio buena gana, los animales tenían amigos encima, y las prendas y la
info interesados, la colma sería compensar en pago la rayada en la ciudad, un
muro por otras, muchos tags y trow up o bulging´s , en el patio del tío Sam.
