La paloma y el
pitbull.
En el patio de una casa grande, de aquellas
construcciones antiguas, las cuales tenían en sí grandes paredes de tápias
fabricadas con barro y cañabrava, aquellas construcciones, las cuáles hoy escaséan,
por antiguas, grandes y confortables, al lado del gran patio contaba con un
inmenso solar, allí donde la hierba se alza por casi metro y medio de altura
ocultando en sí el espacioso sitio, allí adonde no hace mucho tiempo hubo un
jardín. Lo único resaltable allí, visible sobre la maleza, son un par de
hermosos árboles frutales de mango, al igual una cásita pequeña parada sobre
una estaca en estado de detrimento, una cásita muy bien elaborada, pero por
abandono, se haya en estado de deterioro parcial, se haya chueca, ida a un lado
e incluso se encuentra despintada, detraída, casi tendida a punto de irse a
bajo. Esta es en sí, sólo la previsión
de la cásita para aves, en la cual ya quizá hasta el tiempo pudo haber perdido
la memoria o la cuenta de cuanto ha estado allí.
de revisar someramente la casita se
evidencia a punto de venirse al suelo, aun bien sólo es una impresión de
semejanza de ésta con la casa mayor, ya qué la casa como tal, a pesar de su
valor histórico, al ser una casa tan antigua y tener cuartos tan grandes, no se
sentía cómo tal, puesto de lo acogedora que suele ser en sí, a pesar del frío
emitido a causa del abandono; al viento frío pasar por allí, por alguna de sus
ventanas rotas, tal atraviesa la totalidad de la casa, y ni las baldosas
coloridas, ni las plantas las cuales habitan las materas, ni las tejas de barro
cocido, ni para menos el zarzo bajito, han podido frenarle. puesto este frío no es frío de viento común, o
fresco tropical, cómo el que suele pasar, ya aquel es un frío fuerte pero
superable, éste así se transforma en un frío de lejanía, ausencia o soledad, o
tal vez frío de falta de calor de hogar, éste es el frío del cual se queja la
paloma, única habitante, solitaria desde hace ya varios meses en aquella bella
casona, aunque así su espacio reside en el patio de la parte de atrás, ósea el
solar, y la paloma habita a plenitud aunque desde hace meses a falta de regaños
y misiones y del maíz y de los sobrados o del agua limpia de la coca plástica
acondicionada para el poco de agua el cual bebe, el mismo agua fresca y limpia la
cual la antigua matrona le arreglaba. El solar ya se ha quedado sin energía, al
igual la paloma, así ahora poco o nada sale para dar razón de su mera
existencia. Así cada qué alguien llama fuera de la casa, la
paloma, se emperipolla, bate sus
plumas y espera, cual sí alguien fuese abrir la puerta y la visita trajese
consigo recados o chismes o pan, cómo suele ser la costumbre, pero, al pasar
los minutos y no ver el retorno de alguien, la paloma vuelve a sentir el frío
desolador, el mismo habitual en aquella casa, limpia, grande, espaciosa, acogedora,
pero ahora fría.
Paloma ha sido su nombre común, y está
desde hace dos días en un estado de alteración constante, su psiquis no resiste
el estado de lapsus, sus energías no se han recargado, pero en cambio, su corazón tiene un estado de
alteración he hipertensión constante, con la llegada de su nuevo huésped, quien
quizá sea de buen corazón, igual a la señora la cual espera, quien aparte de
querida buena ama; el huesped ha llegado con un perro, el cual no para de
preguntarse sobre el brillo dentro del colgandejo oscuro, al lado del solar, es
decir dentro de la casona en miniatura. Así al brillar tal, el perro, ladra entrando
en un debate absurdo y por supuesto, la razón es el brillo de paloma quien abre
los ojos para tomar aire y observar ahí afuera, hasta recordar y mencionar sin
querer al huésped “deseado”.
/perro./
El cual responde eufórico.
/No
soy un perro./
Ella siempre se da al recalque,
/
¿a no?, ¿entonces qué eres? sí hasta ladras para responder./
Él da la respuesta más lógica para cualquier
animal que asiente su especie.
/No
soy un perro, soy un pitbull, y no ladro, gruño cómo lo hace un tigre./
Ella sorprendida.
/Jum!
un tigre enano tal vez./
Y la
paloma vuelve a su estado de crisis a cotorrear el tener visita y hacer cuentas
tal cual lechera con el ánimo de no ahuyentar a sus futuros “nuevos inquilinos
permanentes”. Pitbull por el contrario, aprovecha acortejar a doña paloma y
“echarle los perros” cómo suelen decir en estos tiempos en el campo del amor.
Pitbull ya ha optado por el patio de atrás
o bien el solar, cómo se le conoce comúnmente y así asistir su cotidianidad. La paloma
aún no ha definido su futuro aunque ya desde la mañana anda cotorreando sus
problemáticas al espacio común, sin temor a pitbull o algún oyente externo, transcurre
una mañana de aquellas las cuales nadie va a sus trabajos y las voces en la
calle están desde la mañana cual cantos a la gloria y sí hay silencio, no es de
ausencia y si de descanso, ese día ya viene siendo el tercero de varios días de
visita entre la casa, pitbull fue revisado al lado de algunos de los trasfondos
del solar, solar en el cual la maleza de los matorrales, ya sube para
consumarlo todo y es segundo alce de esa; entre las cuentas está quizá el
arreglo a la casa de la paloma, la desherbada, el mantenimiento del jardín, y
quizá podar los árboles. Fue un conteo breve y una revisión no tan detallada,
más bien de reconocimiento, pues la paloma pasó aparentemente desapercibida. El amo de pitbull y el acompañante quien
quizá fuese el mismo el cual solía usar cómo conserje la casera, la cual ahora
se haya en ausencia. ellos en su acto breve, miraran y optan por salir, pero no
antes sin tomar al pitbull por el cuello y amarrarlo, para ponerle un llamativo
collar con su respectivo bozal, aunque el desespero de pitbull por salir a la
calle es evidente, ya qué el perro o tigre cual se siente tal, late y mueve la
cola con gran entusiasmo, en la ronquera propia del gruñir o el rugir de su
raza y más para un rarezco perro
barcino.
/voy
a salir, voy pa´ la calle, señora paloma, me voy con mi amo, voy a salir, voy a
marcar territorio a mear en llantas y postes e hidrantes y lugares que serán
para mí, voy a jalar a mi amo hasta que se entumezca su mano y deba cambiar de
apoyo, y también voy a ir a oler rabos de perritas./
Paloma sorprendida, sólo opta por opinar.
/señor
perro, dado a sus fascinaciones, yo estaré esperando a que no regrese, aunque
usted y su osades quizá no lleguen
tan lejos./
Pitbull no quiere dejar de estar
entusiasmado, ni siquiera al portar el bozal de cuero de lujo con taches
metalizados, y circones incrustados, con las puntas más punkeras las cuales
pudiese tener por herrajes un artesano, y los circones de cuarzo más brillantes
los cuales pudiese tener un fulero por prenda, y ni ello pudo cerrar el hocico
de perro y distraerle o menos evitarle la felicidad, ni siquiera las bofetadas
que le propicia el amo.
/chao
palomita, chao bonita, chao señorcilla…/
y ella tal cual, también despide a
pitbull.
/vaya
con bien don perro, hasta luego…/
Ella sentida igual a su adiós, vio el
cierre de la puerta y bajó hasta al pasillo en un aleteo suave, es la primera
vez en muchos días que opta por salir de su nido hácia la luz pública. ni
siquiera se ha posado en su huequito invernal en la parte superior del techo
del patio, allí, sobre el cielo raso del patio entechado. Ahora mira la coca
de perro y el reguero de la alfombra,
ella, ya un poco rendida y frustrada por el tedio, ella la cual ha sido la
mejor mensajera de la historia de Roma, ella qué en sus patas ha enredado
mensajes al mismo Cesar y apoyó la amistad de mensajes entre éste y el Papa,
ella quien ha volado en cuanto concurso o suelte de palomas ha habido entre su
ciudad y los cielos del oriente más lejano, o del norte más elido o del sur más
húmedo o del occidente más séco; ella quien sabe regresar de pueblos lejanos y cuenta
con todas las millas de su infancia acumuladas en cada aleteo, no sin más por
amor a continuar púdo haber decidido cualquier lócura, pero por su prontitud de
noticias decide en sí alimentar su ocio, con los restes de comida de su nuevo
querido pitbull, y hasta el asentarse al lado de la coca a comer del cuído
nutrido y concentrado de “don perro”. Y de beber de la coca cercana pues ya su
abrevadero mayor, está oculto entre los matorrales y le es imposible rellenarlo.
La
paloma y el pitbull.
Segunda Parte.
Las dificultades propias de una paloma las
resuelven su bandada o bien sus amos, la vida de una paloma en ausencia, se da
a cabo de dificultades y ésto precisamente sucede a causa de la despedida de la
vieja ama de la casa. Al cabo de un par de horas ya regresan los
nuevos residentes de la casa, la paloma en su estado de nerviosismo por el
entrar y salir de la casa varias veces en una semana, dado a tal acto furtivo,
del cual aún rememora; la paloma recobra fuerzas y vuelve a su nido en
detrimento. Ahora con un poco más de energías dado a la
comida del perro la cual ha tomado a fuerzas de lidias, Ya en su aposento nóta la
llegada del casero y el amo del perro, acompañados de otros dos señores los
cuales toman cómo labor, series de ordenes e inician a arreglar el jardín, con
algunas herramientas las cuales portan. El perro es amarrado a uno de los
extremos del patio y late por algunos momentos, el amo del pitbul apoya las
labores levemente, en una de las conversaciones entre los humanos quienes trabajan
en restaurar la casona en sus labores de arreglos, mientras se les dictan
ordenes, el dueño del perro quien al parecer es sobrino/nieto de la antigua
casera, aside, que luego de una crisis del corazón la señora podría regresar,
luego de una larga hospitalización a su casa y
por todo esto, todo deber quedar en plena limpieza, orden y así además
en mejora.
La paloma observa al perro asombrada por
los altos ruidos a su alrededor, tratando de estar en completa calma, para no
ahuyentar la visita, he inquiere así sutil y cortésmente a perro…
/oye,
de dónde has traído a estos chicos tan interesantes, no hacen nada más que
sonidos estrepitosos./
Perro
tanto ansioso cómo feliz de ver todo lo que adelantan en tan poco tiempo
responde con ladridos cada vez más fuertes y emocionantes.
/tranquila
madame que estos compañeritos míos, no hacen más que poner en orden su casa. Le va a quedar cual castillo el sitio donde
mora, a la paloma más encantadora de este patio y los aledaños./
Con
tono desafiante, aunque intimidada, la paloma inquiere ausentando el entusiasmo
de perro.
/¿será
una realidad tangible o sólo lo hacen para generar desorden?/
La duda invade al perro el cual trata de
motivar el cambio.
/
¿será posible, o será mejor ver qué pasa con resultado final?/
Responde el perro, a lo cual Paloma se
muestra negativa dictaminado.
–amanecerá
y veremos. -
a todas estas del ruido el cual genera el
perro ya qué el currucuteo de la paloma es casi imperceptible, el amo da
observancia alertando del perro quien viene ladrando hacia el espacio del
palomar, acercándose lentamente hasta allí, y al ver dos puntos brillantes dentro
de la casita casi caída, tóma precaución y llama a sus compinches en busca de
ayuda, y por supuesto, allí están
esos dos ojitos brillantes, más por el efecto luz sombra, bien parecerían los
ojos punsantes de una serpiente, dentro de un nido elevado, al mover un poco el
pedestal donde se sostiene la casa palomera, la paloma aletea tratando de huir
al volar dentro, lo cual tranquiliza a los chicos al saber qué se trataba de
una tierna ave, a la cual toman por el pecho mientras ella pelea con el guante
de fibra de uno de los trabajadores, cotorreando a todo pulmón en el idioma que
sólo los otros animales entienden a plenitud, en especial perro.
/ suélteme insensato, haga el favor de dejarme
donde me tomo, no me lastime in-pulcro…/
Perro se acelera de igual forma tratando
de defender a paloma ladrunamente.
/que
la sueltes ridículo, ¿es que acaso, no vez que es una chica? así no se trata a
las damas, respétala, o te mordería, suéltala, suéltala./
Después de analizar y ver el anillo de propiedad de la paloma
mensajera en su pata derecha, le deciden soltar, pero ésta toma orientación en
vuelo hacia el entre techo del patio, esta situación motiva a los trabajadores
y al casero a traer alimentos propios de aves, además de restaurar la palomera,
así cómo también el arreglar y poner en función el abrevadero, esto después de
encontrarlo por sorpresa a machetazos entre la maleza la cual se había tomado
el solar de la casona, en lo común, estos arreglos aumentan paulatinamente, en
espera de la matrona quien quizá se debata aun en mejora, por recuperar su
vida.