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domingo, 20 de noviembre de 2022

El Deshinche del bandido, Capí 2. cuento en serie. Autor: Manuel Carrasquilla.

  

 

II

      Foy había decidido para sí entablar el punto de instauración, hablába poco con la gente, se pasea por el hotel con tiempo de pensar el regreso al hostal donde quiza podría descansar cómodo, quizá todo estaría mejor para el día siguiente, pensaba; los papeles codiciados de su bolsillo escaseaban, se convertía de apoco en el “staff” no deseado, el planteamiento le sacaba de sitio, comúnmente no recurría a las drogas pero el humo del hash le sobreponía en sobremanera para soportar el frio estacionario, así mismo en contra efecto le llenaba de mucosa, además del frio, su cabeza quien póco se acostumbraba a la altura de chicago, aunque bien piloteaba sus ideas en buena gana, pero decidió continuar con las labores, además el plan de acompañar un pequeño toque en una discoteca underground de la ciudad, la última noticia tras el récord, fué la sección cancelada, ya a lo cual debían volver a los hospedajes respectivos, el compañero de cuarto fue invitado a quedarse en el hotel con el resto del grupo, Foy y uno de los pintores, quien apenas llegaba decidió quedarse en el hostal, así  tomaron un taxi hasta allí.

Foy, sin recurso de lucro, chequea los bolsillos de su pantalón y apenas le acompañan 100 dólares en total, los billetes envueltos en diferentes sitios, de la colecta para la cuenta de la suma total, revisados y hallados en diversas partes de su equipaje, y sus bolsillos de condicionamiento, allí en el bolsillo de emergencia de la billetera quizá quedara la reserva ultima, pero él decide no contar con tal, mientras desarruga billetes y suma unos cuantos cuartillos para juntar la suma del total, la señal no ha sido la óptima para lo presupuestado, esto significará un préstamo para extras, o una serie de ahorros prudentes, estos para el resto del evento, así se autoinquiere  por el hecho, pero delante estaban los gastos, además aprovechando de que eran prestamistas los colegas de alias Biggie, ya así podría tomar un crédito a usura aunque bien sabía acerca de la responsabilidad y ello no está bien, Foy tomó algo para el transporte todo iría a la libreta,  la cual está en ceros en la sección de apuntes matemáticos.        
      Los esquemas de seguridad de la ciudad vigilaban a los asistentes al concierto, por todas partes, el ambiente estaba complejo, a pesar de la discreción en la apariencia propia, y en las discrepancias, nuestro héroe ya estaba fuera de sí, aunque los aportes de construcción, indicaban sobre lo cual en realidad se debía ejercer cómo doctrina por los movimientos consientes, era una determinación de acción  la cual así había sido aceptada por el conjunto, es decir en Foy, quien pesaba el que la mayoría se moviera en grupo por el beneplácito de masa, el arcaico “donde está la gente, está el ambiente”, y pues una presión un tanto obscura hacía de especie de coartada, para captar clientes foráneos mientras cercaba a quienes creían en un concreción más pura, sin embargo la vida continuaba entre el común y frente a esto ya la imposibilidad era sólo el acorde en cuanto a la determinación del oriente y el norte de los diversos vínculos desde el individuo menor solitario, frente a un beatbox hasta la sociedad mayor en relación en la virtualidad y el comercio.   
      El taxista, hombre de aspecto oriental, con cejas pobladas, ojos medios, nariz roma y acento entre chicano y oriental, de una especie entre la mixtura del espanglish usado al norte de Estado Unidos, pero con alguna lengua india o urda, más su turbante, ya definía el rastro migracional, así la diversidad y aceptación de la América blanca de la época, la multiculturalidad ya generaba rastros indefinibles, y el choque cultural hablaba sobre las nuevas culturas urbanas y las entre mezclas.     
      aquel hombre oía hablar a los jóvenes sobre los esquemas, era algo raro qué el hotel quedara en Virginia a dos horas del centro de Washington, y Rock Ville, el sitio donde estaban los hostales, sería una inversión de alto alcance, para el transporte, pensaban los dos tipos, viendo cómo se disminuían sus saldos. haciendo cuentas, les sería imposible la estancia plena, pero sólo era un total de pervivencia, además se mencionaron otras temáticas,  incluso hablaron o divagaron sobre lo cual ningún otro taxista les hubiese tomado el servicio, casi una ida sin regreso, entre las temáticas de los debates de aquellos dos personajes extraños, en una ciudad que parecía crecer estancada, donde para colmar el espacio abierto de una plaza campirana, cercaban las pequeñas fincas, situadas sobre bosques y parcelas, las casas aisladas de entre 10 y 30 metros de distancia, separaban la una de otra sin llevar algún lugar, pero redefiniéndose, y resituando su arquetipo conjunto, de una ciudad cuasi improvisada, de una aldea convertida por progreso en urbe, la soledad de la autopista la cual da transito pero redefine el horizonte y donde en la velocidad tramitan una luz de la otra lo cual podría ser una casa y la siguiente así intermitentemente pero cada una cómo una pequeña casa de granja y con personajes donde sólo la imaginación definiría un paraje sureño pero tan al norte cómo se ubica Washington en el mapa de oriente americano. Entre otras disvariaziones del trance estaba la persecución a the Word Wide, de repente el taxista mira por el retrovisor, sorprendido y pregunta acerca, de las temáticas de la Word Wide.    
- ¿acaso es lo mismo de la World Fredown?  
      pregunta el Conductor. Mientras dobla una esquina de Dickersons, virando a Winchester, buscando, el centro de negocios de Washintong para llevar a los chicos hasta, Rockville. Así cómo era de esperarse, para ir hasta el centro, habían varios espacios, dos peajes, unos 7 posibles retenes, y mucho aun por descubrir entre una villa pegada a un plano de megalopolis.        
-acaso eres tú Sen Dog, de Cypress hill?-      
      replica el pintor, mientras inicia a sacar un par de latas, de adentro de su mochila, artesanal, echa por bordadores Yakis. Para agitarlas.    
-¿y es que acaso, eso a qué viene al caso?-    
      fue lo más incómodo, de la situación para el transportador, quien conducía un taxi cualquiera, había cambiado de color su piel, era acaso ¿una develación de identidad de algún mafioso famoso quien andaba de viajante encubierto?, así el hombre gentilmente, disimula, y sube un poco a la radio, por las bambalinas, las mindangas, los yembés y las vinas, determinaría lo cuál realmente era, sólo faltaban los tonos y las rimas esas acostumbradas a emitir, bajo los toques de Eric b.      
-tal vez, lo sería, sí en las indias tocaran Rap, pero la escena está baja-

Feliz año.

 El cielo está puesto en la parte más oscura del firmamento, justo allí, donde ha orbitado tanto el final como al principio del año, las nub...