El armadillo.
Lo último visto
por su alma al desvanecerse, fue el cuerpo habitado y seguir desfragmentándose
por los diversos ataques y cortes de espadas, luego del ataque sorpresivo y el
combate de respuesta en contra de su corpórea humanidad.
Él, el mejor espadachín del ejército imperial, había tomado su puesto en la
clandestinidad; al estado optar por una delimitación; el continuaba en lucha, por su imperio, y la
integridad de su tierra, el honor de su gente, la gloria del hacedor de su vida;
partes elementales para continuar; la fuerza muchas veces vence al esmero y la
unión de la maldad cobra su parte, con base haberse ejercitado y sumado en fuerza;
la primera vez que quiso irse completamente y llevarse consigo todos los hechos
de su vida, llevarse a la tumba lo culminado de la guerra entre clanes, el
acorralamiento dado para ser un enemigo tan bien potestado, nada. La divulgación, los cortes aquellos no sanarán
en cicatrices, las amputaciones en sus enemigos a plena luz un domingo en la
mañana sin lugar a protesis, además dejar advertido, el no divulgar un secreto,
ni el haber devuelto lo recuperado y haberse defendido con herramienta en mano:
sin armadura, sin casco, sin indumentaria samurái, sin traje, ni insignias de
guerrero ancestral, con sus secretos y sin oportunidad de vuelta, fue el acto
heroico el cual quizá cómo opinó Sócrates le llevo a una condición símil.
Y ha sido al abrir los ojos del ensueño mientras siente un olor extraño he
intromisivo, entrar por el vórtice de su madriguera donde recordó el origen de
la línea de su último estado de anonadamiento, luego de estar ido, sintió el
retorno, y si qué era él, la intromisión no le bastó nunca. Nunca ha tenido
miedo, pero sí qué sabe cómo ser un buen armadillo, aunque el olor instintivo tal
le recordó la existencia de la necesidad y de allí el origen del uso del
alimento, y tal en línea en la fuente de cena, y sí qué es una tierna verdura la
cual ya se perfila para estar en hora aun siendo una diminuta zanahoria. Aun
así tóma lo que pudo, pero se fue dejando atrás el hambre de la ansiedad por
comida a su paso, no podía ser lo ultimo qué él viera, una vida tan larga, tan
llevada a lo sumido, pero aun así le pasó
fugaz por la retina de una manera en perspectiva cómo condensación de
recuerdos, no tenía más qué recordar, más que sentir, y fue tan rápido el
ataque, vió quien había sido, avistándose, sin siquiera poder explicar los
sucesos, sin poder asentir el hecho de su propia vida, dándose en alma animal,
de guerrero ha guerrero, intuyéndose origen/final entre uno y otro.